La situación general de San Lorenzo es caótica. A la pobreza deportiva que demuestra hace años y la acefalía política a la que fue sometido, se suma el desastre económico que día a día se hace más profundo e irremontable. Sin embargo nadie se mueve de ahí.

Dirigentes como Horacio Arreceygor, Claudio Lantaron, Miguel Matrosimone, Gastón Laville, amagan con el llamado a elecciones que no se concreta, siguen ahí y el club de Boedo se hunde bajo el peso de su ineficiencia. Ahora viene un nuevo mercado de pases y otra potencial lista de desaciertos desastrozos.

En los últimos torneos, se ha repetido siempre una misma dinámica, absolutamente dañina para el club: jugadores por los que se invirtió una fortuna se van en libertad de acción por falta de pago.

El último caso que profundiza la dramática situación es el de Yeison Gordilllo. Al colombiano le compraron el 80% de su ficha en 1,2 millones de dólares hace poco más de un año y por atrasos salariales hizo una presentación en Futbolistas Argentinos Agremiados para dejar la institución totalmente gratis, con el pase en su poder. Plata del socio perdida.

El convenio colectivo de trabajo le permite a los futbolistas realizar este tipo de presentaciones ante incumplimientos salariales de mínimo tres meses. Además, el club pierde desde lo deportivo. Más allá de la evaluación que cada uno haga sobre el rendimiento de Gordillo, fue titular durante la gran mayoría de los partidos del 2022.

El caso Gordillo no es excepcional y la dirigencia de San Lorenzo parece tropezar repetidamente con la misma piedra. Ese círculo vicioso se ha repetido con diversos jugadores y bajo diversas conducciones, desde Marcelo Tinelli hasta Horacio Arreceygor.

Al finalizar el torneo del 2021, Franco Di Santo, quien había llegado libre desde el Atlético Mineiro y a quien se le firmó un contrato altísimo para los valores de nuestro país, abandonó el club en condición de libre, luego de realizar el pedido de libertad de acción ante Agremiados.

Sin llegar al reclamo gremial, los polémicos hermanos Romero corrieron una suerte similar. El conjunto de Boedo pagó más de 4 millones de euros por el pase de ambos, para que cumplieran el sueño de jugar juntos, y ambos se fueron por la puerta de atrás: se les rescindió contrato en pleno campeonato y se fueron sin dejarle nada a la institución.

Un detalle para nada menor es que tanto con los jugadores a los que se les rescinde, como con los que piden la libertad de acción por falta de pago, la deuda persiste. Es decir,  los jugadores se van, el club no cobra nada, e igual se les sigue debiendo lo que no se les pagó. Una pérdida triple: económica, deportiva y de credibilidad institucional.

El número de jugadores que dejó el club en condiciones similares es muy alto: Nicolás Navarro, Javier Monetti, Santiago Vergini, Víctor Salazar, Bruno Pittón, Lucas Menossi y Alexis Castro, entre otros. 

La historia se repite sin fin. Llegan por millones, pasan deportivamente con más pena que gloria y se van sin dejarle al club un centavo. La dinámica deficitaria de invertir sin éxito y nunca recuperar ni una parte del dinero hunde cada día más a San Lorenzo.