En un muy buen partido del Millonario y muy pobre partido de Boca Juniors, el local se impuso por 2 a 0 con dos goles de la figura excluyente del partido, Julián Álvarez.

El encuentro empezó como todo superclásico, midiéndose, observándose, como dos boxeadores en los primeros rounds, que se respetan, que no quieren sorpresas.

El partido empezó a calentarse casi desde el principio, sin prisa pero sin pausa, y el árbitro Rapallini empezó a revolear amarillas para calmar los ánimos. Todas esas tarjetas pudieron ponerse o no según el objetivo criterio de cada uno, pero ninguna fue injusta o fuera de contexto. 

En ese recalentamiento del partido hubo un hecho que funcionó de bisagra. A los 15 minutos, el experimentado Marcos Rojo recibió la segunda amarilla y se fue tontamente expulsado. 

El técnico xeneize, Sebastián Battaglia, quiso solucionar el hueco en la defensa que le generó Rojo con su imprudencia, y sacó del campo a Edwin Cardona, para meter al chileno Carlos Zambrano. Una curiosidad, perdió el enganche y para reemplazar a su central zurdo expulsado, puso a un central diestro y dejó a Lisandro López en el banco.

Desde ahí Boca no existió más. El pobre Orsini transitó el ataque en soledad sin que le llegue una sola pelota limpia y River empezó a manejar el partido a su antojo. Hasta que, la figura determinante del encuentro, Julián Álvarez, se hamacó en tres cuartos, se sacó dos jugadores de encima y disparó de lejos, bombeado, por encima del arquero y concretó el 1 a 0 con un tremendo golazo, que contó con la colaboración inestimable del arquero Rossi.

Diez minutos después, se fue el joven Simón por derecha habilitado por Casco, tiró un centro rasante y otra vez Álvarez desvió al gol con suficiencia y jerarquía.

Boca no entró nunca más en partido. Se fue el primer tiempo y llegó el segundo y la cosa siguió igual. Cada vez que River aceleró quedó mano a mano o se aproximó con extremo peligro, mientras Boca miraba el partido. En la vuelta del público, los jugadores xeneizes fueron espectadores de privilegio de un floreo, una exhibición de River.

Casi otro gol de Álvarez, Carrascal sobre Rossi y el arquero apenas tapa, chilena al palo de Simón, y un toqueteo espeluznante que Boca parecía tentado a simplemente a aplaudir.

Para rematar el partido, Marcelo Gallardo se dio el lujo de meter a Leonardo Ponzio que anunció su retiro a fin de año, para que juegue su último superclásico. También entró Matías Suárez, que quedó dos veces quedó mano a mano, pero en ambas le cobraron posición adelantada y ninguna lo fue.

En el descuento, Boca ejecutó un córner, Zambrano cabeceó y Franco Armani la manoteó pero se le metió. La única llegada de Boca aislada, terminó en gol.

River festejó la vuelta del público con una verdadera exhibición de fútbol en su estadio frente a su gente, mientras Boca no hizo mas que sumar dudas e impotencia.