Es llamativo ver a River tan superado, pero marca el cambio de paradigma en el fútbol sudamericano. El mejor equipo argentino, que durante mucho tiempo fue el mejor de América, fue notoriamente superado por la jerarquía de uno de los tantos equipos de Brasil que rebalsan de talento. El Atlético Mineiro le ganó 3 a 0 al Millonario con dos goles de Matías Zaracho y uno de Hulk y lo eliminó de la Copa Libertadores sin atenuantes.

En un contexto extraño en el continente, con 16 mil personas en cancha, el local salió decidido a sentenciar la serie. En menos de cinco minutos tuvo dos chances claras que no pudo concretar Eduardo Vargas. Primero, un mano a mano propiciado por Hulk que atajó el arquero y luego un cabezazo a partir del cual anticipó a Franco Armani, en el que la pelota besó el palo derecho.

Las cosas se hicieron por momentos muy complicadas para el equipo argentino. Los delanteros quedaron muy lejos de los volantes a pesar de que Julián Álvarez trató de tirarse atrás. Eso generó problemas en ataque, ya que debió jugar mucho a dividir, y también en defensa, por el hecho de que al quedar alejados los delanteros, los volantes recibían a los jugadores del Mineiro con pelota dominada.

Pasados los primeros 15 minutos de sofocón, el equipo argentino consiguió un rato de aire. River jugó con sólo dos mediocampista y dependió demasiado del traslado de los centrales, que generalmente terminó en envíos largos. Braian Romero no es un delantero que aguante la pelota y descargue de espaldas, por lo que la necesidad de una elaboración un poco más compleja se volvió imperiosa. De a poco comenzaron a crecer Álvarez y Enzo Fernández y por un rato el equipo se acomodó.

Pero en el que parecía el mejor momento del conjunto argentino, los brasileños concretaron lo que no habían podido hacer un rato antes. Hulk recibió por la derecha y Jonatan Maidana, de flojo partido, le dio demasiado espacio para dominar, perfilarse y encontrar el espacio para tirar el centro. Por el medio apareció Zaracho que con una tijera buenísima, vulneró a Armani.

El Millonario tuvo dos chances: con el partido 0 a 0, mediante un remate exterior de Matías Suárez y la más clara a partir de un gran pase que dio el cordobés para Álvarez que se fue mano a mano, pero definió un tanto forzado al medio. En ambas oportunidades respondió bien el arquero Everson.

A los 33 minutos Marcelo Gallardo cambió la estrategia. Sacó a Maidana para colocar a José Paradella en el medio. Pero, menos de un minutos después, el local convirtió el segundo. Jefferson Savarino filtró una pelota bárbara en un hueco enorme entre los dos centrales de River que no cubrió Bruno Zuculini. Hulk la corrió, sacó ventaja en la carrera y ante la salida de Armani tuvo paciencia para picarla con gran clase.

Los laterales no se retrasaron y lo centrales quedaron muy abiertos. El equipo se descompensó y el conjunto dirigido por Cuca estuvo al borde de generarle un desastre en cada contraataque. En el segundo tiempo y pese a dos nuevos cambios del conjunto de Núñez, poco cambió. El equipo de Gallardo insistió pero no tuvo claridad ni la jerarquía necesaria para doblegar a un equipo completo. Además dejó espacios para que el Mineiro lastime de contraataque. Hulk, que hizo un partido bestial, estuvo imparable en las transiciones veloces de su equipo.

Finalmente, el conjunto de Cuca agrandó la ventaja y liquidó completamente la serie. Savarino rescató una pelota que parecía que se iba por línea de fondo y metió un centro. Los defensores de River marcaron con desidia, tanto al venezolano que tiró el centro como a Zaracho, que ingresó por el centro para concretar de cabeza.

Poco pasó en los minutos que quedaron. El equipo Galo pareció bajar la tensión, no con la intención de no convertir más goles, pero sí de no gastar energías innecesariamente. El equipo argentino tuvo un par de oportunidades con remates de afuera del área, primero desde el pie derecho de Federico Girotti y luego a partir de un tiro libre de Nicolás De La Cruz que obligó a una atajada espectacular de Everson, que con una serie más pareja hubiese quedado para el eterno recuerdo.

La derrota implica el fin de una era. Desde 2015 River ganó dos Copas Libertadores. Varias veces quedó en el camino sin consagrarse en el torneo, pero nunca había sido eliminado siendo claramente superado. Perdió con Independiente Del Valle, con un partido de vuelta en el que mereció mucho más, cayó ante Lanús en una serie muy pareja en la que el Granate clasificó en una muestra de carácter sin igual, perdió la final en cinco minutos con Flamengo y quedó afuera por la intervención del VAR con Palmeiras. El Millonario podía caer, pero lo acompañaba con justicia el rótulo de mejor equipo de América.

En ningún otro caso había sido derrotado en los dos partidos de la serie y menos con tal claridad. Cuando una era termina es porque otra arranca y en este caso hay una estrecha relación entre ambos acontecimientos. Parece comenzar una etapa difícil para los equipos argentinos y muy próspera para los brasileños, acompañados por una realidad económica distinta que les permite contar con una jerarquía impensable en la Argentina de estos tiempos. No quedan equipos de nuestro país en ninguna competencia internacional y eso es un signo inequívoco del comienzo de tiempos complejos.