Una topadora que se dirige directo hacia el campeonato, probablemente varias fechas antes, probablemente goleando a varios rivales por el camino. River jugó un primer tiempo aplastante frente a Patronato en el Monumental de Nuñez.

Lo demolió, a puro gol. Empezó Palavecino a los 12 minutos con un tiro de afuera del área y después vino el concierto del mejor jugador del campeonato, Julián Álvarez, que se convirtió en los 28, a los 37 ya los 40 minutos. Partido liquidadísimo antes de ir al entretiempo.

Lo de Marcelo Gallardo es para evaluar con detenimiento. Perdió a Montiel y no lo satisfizo Vigo, Entonces mando a Robert Rojas, un central de lateral derecho. Hoy Rojas no solamente marca, desborda y tira el centro, se proyecta con criterio. Puso a Simón desde las inferiores y resultó. Bancó a Palavecino que al principio no funcionaba hasta que funcionó. Trajo  a un Brian Romero que hace un año se fue casi echado de Independiente y anduvo. Y Julián, lo llevó de a poco y lo hizo explotar justo cuando más lo necesitaba. Había perdido a Borré y también a Suárez. No importa, están Álvarez y Romero. River es una máquina, sacamos un tornillo, ponemos otro y funciona igual.

El segundo tiempo fue para descansar. Gallardo metió cambios para cuidar jugadores y el rendimiento mermó un poco. Pero a los 28 minutos escapó Carrascal que había entrado por Rollheiser y de cachetada, cambió para Álvarez que entraba solo y volvió a definir como los dioses. 5 a 0.

Lo que quedó, sobró. River es una maquinaria avasallante que se encamina rumbo al título sin que nadie pueda oponerse con seriedad.