El brasileño Felipe Drugovich y el francés Victor Martins se han consagrado campeones 2022 de F2 y F3, respectivamente, en el fin de semana del GP de Italia. Son dos campeones merecidos, sobre todo Drugovich, por su contundencia en un año en el que nadie fue consistente, pero no mucho más. No parece que Drugovich pueda conseguir una butaca en la F1 del año que viene, pese a que es el brasileño con más puntos FIA (y apoyos financieros para estar en F1) desde que se retiró Felipe Massa. Ni parece que Martins sea un piloto con futuro de F1.

                           F2

En la F2, el piloto con el mayor potencial, Theo Pourchaire, padeció varios abandonos en la temporada por problemas de fiabilidad, pero tampoco tuvo contundencia ni infalibilidad a la altura de lo que se esperaba de él este año. Quizá desde que Dan Ticktum le rompió una mano en una de sus acciones estúpidas en pista en Baku 2022, el adolescente francés no ha sido el que deslumbró en F4, F3 y en su año debut en la F2. 

Otros pilotos de mayor potencial que Drugovich (por ejemplo, el ascendente Jack Doohan, de gran final de temporada) eran rookies y no tuvieron la regularidad (nadie la tuvo) para seguirle el paso a un piloto no tan dotado técnicamente, pero muy experimentado como el brasileño.

Drugovich abandonó en la Carrera 1 de la F2 en Monza, pero se benefició de la intrascendencia de sus rivales a lo largo de todo el año, y festejó mirando desde el pitlane, mientras el desahuciado Juri Vips ganaba su primer Sprint de la temporada. Pourchaire, que debía llegar al menos quinto para mantener vivas sus chances hasta Abu Dhabi, terminó décimo séptimo, último y sancionado con tiempo extra por incidentes en pista, tras una carrera en la que estaba obligado a la remontada y, otra vez, cometió varios errores.  

                           F3
En la F3, el título fue para el francés Victor Martins en una de las sesiones más disputadas (pero no más lucidas) del Mundialito de la FIA. También: un piloto que alcanza resultados altamente satisfactorios, pero no de manera inmediata ni con el brillo que indique que estamos ante un nuevo Charles Leclerc, George Russell o Esteban Ocon (para nombrar brillantes campeones recientes de F3/GP3). Lo más interesante de la parrilla de la F3 este año pasó por los adolescentes Oliver Bearman (pupilo británico de Ferrari) y Jak Crawford (precoz adolescente que también corre en Prema).

El título se definió en la última carrera con seis aspirantes al título peleando denodadamente por cada posición, con Martins bordeando el desastre varias veces (ayer Arthur Leclerc lo sacó de pista y le complicó la vida a su compatriota y rival en la lucha por el campeonato), pero con la Dirección de Carrera cargándose la carrera, que dieron por finalizada a falta de cinco vueltas, cuando Martins estaba tercero y con una sanción de 5 segundos que podía dejarlo sin título.

La Dirección de Carrera primero tomó una decisión razonable para que el campeonato no se terminara con cinco vueltas tras el Safety Car cuando Maini perdió el control de su auto en Lesmo 2 y Benavídez no pudo esquivarlo. Los Guardrails no estaban en absoluto dañados, y parecía cosa de 10 o 15 minutos para despejar todo y tener una relargada con partida detenida y un final de órdago al año más incierto de la F3 en varias temporadas.

Pero la Dirección de Carrera, como tantas veces, mostró el doble mensaje que tienen la FIA y Liberty Media / FOM respecto de las categorías teloneras: juntan 30 pilotos (un bodoque) en un Mundial de F3 para el que deben gatillar cada uno al menos un millón de euros para disputar nueve fechas en todo el año, y los ponen a correr a las 8.30 de la mañana hora local, cuando la F1 corre a las tres de la tarde. La F2 corre su antepenúltima carrera del año cuatro horas y media antes del comienzo del GP de Italia, porque después hay que correr la Porsche Supercup (un campeonato lindísimo, pero intrascendente para la Pirámide FIA de monoplazas) y hacer el Driver's Parade, un desfile aburridísimo propio de una época en la que la gente no veía jamás las caras de los pilotos: para eso necesitan cargarse tres horas de espectáculo.

Si la FIA y Liberty realmente desean promover la F2 y la F3, sus carreras no pueden empezar ¡seis horas y media y cinco horas antes! que la carrera de la F1. ¿No dinamitan la visibilidad y facturación de las categorías teloneras separándolas totalmente de la programación del Gran Premio? Si la carrera de F1 empieza a las 15 hora local, no hay razón para que la F2 empiece su competencia principal antes de las 12.30 o la F2 antes de las 11 hora del lugar donde se dispute la fecha: es una infamia robarles dos horas y media de visibilidad a estos pibes a los que tanto les cuesta pagarse una butaca (una de F2 no se consigue por menos de dos millones de euros, y si querés un auto competitivo vas a tener que poner más). Si el espejo en el que se mira Liberty para sus tres campeonatos es la gestión de Dota en Moto GP, juntar en un único espectáculo televisivo la F3, la F3 y la F1 debería ser un objetivo prioritario.

                           El futuro

Para el año que viene, comienza el reclutamiento de pilotos destacados de la F3 hacia la F2. Habrá que ver si talentos como Bearman o Crawford pegan el salto de inmediato a la F2 (como en las últimas dos temporadas lo hicieron jóvenes como Pourchaire, Hauger o Doohan) o aguantan un año más en la peliaguda y superpoblada F3 en busca de un título que les asegure muchos puntos FIA y una llegada más tardía a un equipo más de punta de F2.

Mientras tanto, definido el título de F2, quedará el dislate de una última fecha de campeonato a disputarse dentro de dos meses en Abu Dhabi que definirá puntos para la Superlicencia, aunque difícilmente impulse a algún piloto hacia la F1 2023; dificultades de una parrilla de sólo 20 años en la máxima, y con los equipos grandes y chicos imponiendo el interés de sus propios quiosquitos en detrimento de la llegada de equipos que le den un verdadero plus deportivo a la F1, como Andretti. En esos rosqueos de los equipos defendiendo exitosamente privilegios adquiridos mediante el rosqueo en tiempos grises de la F1 en detrimento del espectáculo y del deporte todo está el peor atavismo a superar para que la Pirámide FIA (y no sólo la F1) alcance el brillo y el éxito (también económico y mediático) deseables.