Emanuel Ginóbili, el mejor jugador de la historia del básquetbol argentino se hizo un tiempo para viajar a la Ciudad de México para estar presente en el partido que definía la suerte de Argentina en el prolímpico. Tras el triunfo de los conducidos por Sergio Hernández, el bahiense se abrazó pirmero con el entrenador y luego con el pivot, líder basquetbolístico y espiritual del euipo, Luis Scola. Pura emoción dorada.