Desde la asunción de Jeanie Buss, la hija del histórico dueño de Los Angeles Lakers como cabeza de la franquicia y la llegada de Rob Pelinka, el ex representante de estrellas como Tracy McGrady y Kobe Bryant, al rol de manager general, la política de incorporación de jugadores del equipo ha sido clara: traer absolutamente todo lo que ronde por el mercado. 

El equipo angelino es una máquina de fichar, que acumula talento que quizás nunca use. Sin embargo, parte de la polémica en esta agencia libre tiene que ver con la llegada de seis basquetbolistas entre los que el promedio de edad suma más de 34 años. Se trata de Wayne Ellington (33), Russel Westbrook (32), Trevor Ariza (36), Dwight Howard (35) y Kent Bazemore (32).

 Cada uno requiere una evaluación individual. El nivel de Westrbook, figura indiscutible en cuanto a estadísticas, más allá de sus eternas dificultades para encajar en una dinámica de equipo, es razonable más allá de su edad. Pero la incorporación de Ariza, que volvió a aparecer en el radar de la NBA con su llegada a Miami Heat, en donde tuvo gran protagonismo pero casi siempre dio la nota por su bajo nivel, es llamativa. Algunos refuerzos parecen tener más relación con el pasado que con el presente.

Muchos se ilusionan con un equipo con Westbrook, Anthony, LeBron James, Anthony Davis y Dwight Howard. Lo cierto es que ese quinteto hubiese causado estragos en el 2015, pero hoy no se los puede imaginar ni por un minuto juntos en cancha.

En busca de figuras con nombres rutilantes, el equipo dirigido por Frank Vogel perdió piezas esenciales, con Alex Caruso y Kentavious Caldwell-Pope, los dos mejores defensores perimetrales y dos de los basquetbolistas más inteligentes de toda la liga. Además, todavía no está asegurada la continuidad de Dennis Schröder, aquel que se hizo cargo del equipo casi en soledad cuando por lesiones se ausentaron James y Davis. Por otra parte, para que vuelva Howard, se fue Montrezl Harrel, un sexto hombre de mucha importancia.

Los Lakers serán un equipo que todo fanático del básquet querrá ver por sus estrellas sin igual. Pero en cuanto a funcionamiento colectivo, parece haberse comprado un problema. Las circunstancias le ponen presión, lo obligan a ir por el título. Pero, para eso, es necesario tener estrellas y jugadores de rol, que interpreten su función y su lugar.

Las incorporaciones de Kendrick Nunn, joven y prometedor hombre que Miami Heat dejó en libertad sin explicación, y de Malik Monk, ex Sacramento, tienen mucho más sentido para la construcción colectiva. Sin embargo, será difícil que tengan lugar en el firmamento encandilador del máximo campeón de la NBA.