La derrota del Paris Saint-Germain ante el Real Madrid por los octavos de final de la Champions League abre un escenario desconocido para el mundo del fútbol europeo. Así como ningún equipo había juntado tanto talento individual en un mismo plantel, ningún partido perdido había implicado la eliminación de la competencia más importante de clubes de tantos ídolos.

El encuentro en cuestión fue un recordatorio de la importancia y el peso de las instituciones con historia, en un ambiente que tiende cada vez más a ensalzar la figura de los jugadores, incluso por sobre los equipos. Y como toda caída dura trae consecuencias, en este caso abiertas en tres frentes.

La relación del PSG con la UEFA

El escándalo protagonizado por Nasser Al-Khelaifi al terminar el partido en el Santiago Bernabéu erosiona el vínculo del conjunto francés con la entidad rectora del fútbol europeo. El presidente del PSG, azorado por el resultado, amenazó de muerte a un empleado del Real Madrid y se metió en el vestuario de los árbitros para increparlos por su conducción en el partido, secundado por su Director Deportivo, Leonardo.

El discurso del conjunto francés estuvo unificado: Mauricio Pochettino también hizo una dura crítica del arbitraje y del VAR por la acción del primer gol de Karim Benzema que llegó producto de un error del arquero Gianluigi Donnarumma. Los protagonistas en cuestión observaron una infracción sobre el italiano que realmente no existió.

Este comportamiento de los dirigentes del club francés y las críticas a los árbitros no le dejarán otra opción a Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, que sancionar duramente a los involucrados, lo que lógicamente quebrará la relación con uno de sus máximos aliados.

Al-Khelaifi había sido siempre muy halagado por Ceferin, quien cada vez que pudo lo destacó como uno de los directivos del deporte en el futuro. Además, siempre había sido un socio contra el permanente fantasma de la Superliga Europea que sobrevuela el Viejo Continente. Hoy, de esa relación, queda muy poco.

La continuidad de Kylian Mbappé

En algún momento de la temporada, el mejor jugador del mundo había tomado la decisión firme de marcharse de Francia. Incluso había acordado números preliminares con el Real Madrid. Sin embargo, con el correr de la temporada, el delantero cambió de opinión.

El encuentro de ida en el Parque de los Príncipes frente al propio equipo Merengue había sido un impulso fuerte para su renovación. Mbappé, figura de aquel duelo, había disipado sus miedos de ser opacado en un equipo con tantas grandes figuras. Pudo notar que a pesar del peso de sus compañeros, él podía ser el as de espadas y eso lo acercaba a quedarse.

Sin embargo, la eliminación prematura de su equipo, justamente en manos del club que lo pretende, cambian el panorama. Quedar afuera del mapa de los grandes partidos del fútbol mundial al menos por cuatro meses es prácticamente inadmisible para un jugador con tan buen presente y así como antes de ayer las chances de permanecer en el club francés eran muchas, hoy son muy pocas.

Mauricio Pochettino, un destino signado de antemano

La suerte de Pochettino como entrenador del PSG parecía sellada incluso antes de empezar a competir. Es prácticamente imposible cumplir con las expectativas que genera la contratación de tantos jugadores de enorme jerarquía. Nunca se llega a jugar tan bien como la categoría individual de esos futbolistas sugiere que se podría.

Además, pasara lo que pasara el iba a ser el culpable más sencillo. ¿Qué fanático pecaría de criticar a Sergio Ramos, Neymar o Lionel Messi, por ejemplo?. Es muy difícil admitir que un ídolo hizo las cosas mal y entrenadores que sean ídolos en tal condición hay muy pocos, en comparación con los futbolistas. 

El central español es una leyenda viviente, que hasta hace un año era impasable y hoy no puede jugar dos partidos seguidos por problemas físicos. El astro brasileño no está en condiciones de sacar la diferencia en el mano a mano, su principal virtud, desde hace casi un año y el crack argentino no rindió en Francia ni el 10% de lo que lo hizo en el Barcelona o en la Selección Argentina. Un fracaso siempre se explica a partir de muchos errores acumulados, pero nadie quiere eso, todos pretenden que exista un gran culpable, mucho más fácil de señalar.

El DT es un blanco mucho más sencillo y, además, obviamente, cometió grandes errores. Estuvo muy lejos de conseguir una idea de juego para el equipo y en cuanto a resultados fue eliminado rápidamente de dos copas, algo que a los parisinos no les pasaba hace varias temporadas. De todas maneras, siempre estuvo condenado por el hecho de ser la pieza más fácil de reemplazar.

Desde hace tiempo se dice en Francia que Zinedine Zidane es el gran apuntado para hacerse cargo del PSG a partir de la temporada próxima. Pero las exigencias en cuanto a refuerzos y en materia salarial del DT tricampeón de la Champions League habían enfriado su llegada y le daban aire al entrenador argentino. Sin embargo, y tal como en los otros casos, el partido ante el Real Madrid lo cambia todo.