En general, cuando un entrenador que tiene un perfil protagónico u ofensivo pierde puntos o partidos por mantenerse firme en su convicción, cuando las circunstancias piden algo distinto, se lo acusa de inflexible. Pero no sucede lo mismo cuando un director técnico adopta una postura mucho más conservadora y tendiente al fútbol defensivo. En este caso, las circunstancias, el desarrollo y el resultado de la serie entre el Atlético Madrid y el Manchester City dejaron en evidencia la inflexibilidad de Diego Simeone.

El segundo tiempo realizado por el Aleti despeja todo tipo de dudas respecto de un debate de larga data que ya a esta altura carece de sentido. El equipo del "Cholo" juega como él quiere que juegue y no como puede por falta de recursos. Y ya ni siquiera es necesario apelar a datos como que los millonarios gastos de la institución en refuerzos de enorme calidad, vale tan sólo observar la realidad.

En el complemento del duelo de vuelta de los cuartos de final de la Champions League, el Colchonero asumió un rol distinto en la cancha, tuvo la pelota, atacó con mucha gente y dominó ampliamente a uno de los mejores equipos del mundo. Lo que hizo en el resto de la serie fue intencional y premeditado.

No es de por sí negativo, es simplemente un estilo, totalmente válido, de encarar los partidos. Pero, a la vista de los resultados, la inflexibilidad fue condenatoria. Especialmente dado que se mantuvo incluso contra la lógica del resultado. El City se puso en ventaja cuando quedaban 20 minutos del partido de ida y el Aleti no modificó sus formas ni en el final de ese duelo ni en la primera mitad del partido en el Wanda Metropolitano, incluso cuando el resultado no le convenía.

El plantel con el que cuenta Simeone es amplio, poderoso y le da chances de variar. Que el conjunto de Manchester tiene más recursos es innegable, pero de ninguna manera al punto de tener que jugarle a perder por poco. Tampoco la diferencia presupuestaria parece un motivo lo suficientemente válido como para pensar en un planteo que apueste por una derrota corta o digna.

En los últimos 10 años, el Atlético de Madrid invirtió en refuerzos más de 1.100 millones de euros. El City, el que más compró, gastó 1.600 millones. La diferencia existe, pero no justifica de modo alguno el no intentar competir, por lo que debe creerse que Simeone no apostó a perder por poco, sino que quiso ganar la serie, pero lo condenó su inflexibilidad.

Se aferró al libreto que conoce mejor. Fue conservador para modificar su plan, incluso en la desventaja. Cuando cambió mostró que era posible, pero no le dio el tiempo. Saber adaptarse es esencial para un DT de élite y eso no sólo se aplica a los que pierden por atacar de más. También le cabe a quienes quedan afuera por defender de más.