Mi compañero Franco De Los Santos que escribe el artículo principal sobre el Gran Premio de Gran Bretaña en Silverstone es un experto, un conocedor. El suscripto es apenas un fan, un observador, un admirador del talento conductivo y el coraje en pista. 

Y desde ese neófito lugar es que escribo estas líneas. Creo que lo de Lewis Hamilton hoy, fue un acto criminal, sacó de carrera a un adversario que, cuando los autos se emparejaron demostró que es mejor, con una maniobra artera, sin importarle, o tal vez con la intención de, si Max Verstappen, quedaba fuera de carrera, fuera de campeonato o porque no, fuera de este mundo.

Y llegó primero y festejó. Cuando uno hace una maniobra así, deliberada como esa, con la experiencia y los años de Hamilton el la categoría, sabe que consecuencias puede generar. La Fórmula 1 vio morir a Ayrton Senna, a Gilles Villeneuve y a tantos otros extraordinarios pilotos que perecieron por simples pequeños errores, fallos conductivos menores.

Poner en riesgo la vida de un rival a esa velocidad, con dichos antecedentes, es un crimen que las autoridades no pueden permitir. Pero es Mercedes Benz, y es Lewis, que defiende el Live Matter Black, y ambos tienen todo legitimado, imagínese las dos entidades combinadas: impunidad completa.

El atentado hizo que la FIA fuese contundente: le dio 10 segundos de sanción. Verstappen salió vivo de la agresión, sino seguramente la sanción hubiese sido mas contundente, tal vez unos 15 segundos.

La liviandad de la sanción sienta jurisprudencia por el principio de igualdad ante la ley. La FIA legitimó el autazo, la agresión y porque no, el homicidio para ganar una carrera o un campeonato. Una pena, la competencia de habilidad y coraje era alentadora, creaba lindas expectativas. La FIA es el equivalente a los árbitros del VAR en el fútbol. Un instrumento de los poderosos.