No hubo hazaña. Las circunstancias se prestaron para que sea una grande, pero la falta de calidad técnica para definir lo privó a Independiente de la clasificación. Empató 1 a 1 con Santos en Avellaneda, con goles de Kaio Jorge y Lucas González y se quedó afuera. Por supuesto, como no podía ser de otra manera, el árbitro Diego Haro perjudicó al equipo argentino.

Tras unos 15 minutos iniciales en los que el Rojo vio pasar la pelota y el conjunto brasileño la hizo circular con criterio y fluidez, todo se emparejó. El equipo de Julio Cesar Falcioni entendió que podía presionar la salida y de ese modo generar lo que con juego colectivo no podía y lo hizo de manera muy intensa. Desde ese punto, el local empezó a generar una catarata de situaciones de gol que desperdició.

Es muy difícil describir la nitidez de las oportunidades que el Rey de Copas falló: fueron todas casi abajo del arco. Joao Paulo, el arquero del Peixe, fue la figura indiscutible de la noche. En el primer tiempo le tapó un tiro a Alan Velasco desde el área chica tras un centro atrás, un centro a Silvio Romero que se desvió en Kaiky y se metía en el primer palo y un mano a mano a Sebastián Palacios, que con tiempo y espacio le dio un pase suavecito y al medio.

Inmediatamente después de esa acción clarísima, en su primera llegada a fondo, el visitante encontró la ventaja; todo producto de una sucesión de errores groseros. Velasco perdió la pelota en la mitad de la cancha, Carlos Sánchez puso un pase profundo a la espalda de Juan Manuel Insaurralde que quiso despejar y favoreció la carrera de Kaio Jorge, y Sebastián Sosa salió tarde. Con todo eso, el delantero recientemente transferido al Milan apenas la rozó y convirtió.

Sobre el final del primer tiempo se produjo la jugada que sintetizó toda la primera parte. Andrés Roa le puso un pase fantástico a Silvio Romero que recibió solo frente al arco. El delantero que tiene como principal virtud su técnica para definir y como máxima carencia su poca predisposición al esfuerzo se enredó con la pelota y nunca pudo rematar. Si el mejor definidor falla así, es muy difícil exigirle algo distinto al resto. Allí radica la carencia de jerarquía.

En la segunda mitad, nuevamente el equipo local chocó contra su falta de eficacia y una monstruosa actuación del arquero rival. A los cinco minutos Silvio Romero con la pelota picando en el área chica se la dio a las manos a Joao Paulo y cinco minutos más tarde, Fabricio Bustos, de buen partido, definió contra el extendido pie derecho del arquero.

Cuando todavía quedaba poco menos de media hora, se produjo el primer episodio arbitral grosero de la noche. Marinho le ganó en velocidad a Insaurralde, puso el cuerpo por delante y se dejó caer a punto de entrar al área. El juez cobró infracción y le sacó amarilla al chaqueño, pero el VAR lo llamó para que revise la jugada. Haro, en lugar de rectificarse por haber cobrado algo que no pasó, expulsó al defensor de Independiente por considerar interrupción de una situación manifiesta de gol.

Con el resultado como estaba, con el Rojo que necesitaba tres goles para pasar, dados los antecedentes de esta propia semana y la inexistencia de la falta cobrada, es prácticamente imposible no ver en esa jugada un mensaje implícito de la CONMEBOL a los equipos argentinos.

Con 10 hombres, el equipo de Falcioni finalmente empató el partido. Silvio Romero recibió en el área, se cayó y la pelota derivó en "Saltita" González que sacó un zurdazo fulminante que finalmente venció al arquero. Al local le quedaban más de 20 minutos para ir por la hazaña.

Le costó muchísimo volver arrimarse, porque Santos salió y lo presionó y el Rojo quedó partido por la expulsión y los cambios. Pero a falta de ocho minutos reglamentarios volvió a llegar y ahí se produjo la segunda acción lamentable. Con la pelota picando, el defensor del Peixe, Kaiky , quiso rechazar la pelota pero impactó de lleno en la pierna de Palacios. El árbitro no la vio y el VAR, desde ya, no lo llamó a revisar.

Con el resultado puesto, el Diablo tuvo dos más en las que Joao Paulo volvió a lucirse. Primero un cabezazo a quemarropa de Jonathan Herrera, cuando ya parecía vencido, y después un nuevo fallo de Silvio Romero en el área chica. 

En términos generales, los futbolistas de Independiente tienen poco para reprocharse. Jugaron un partido en el que con una actitud encomiable suplieron muchas de sus falencias. Con otras no pudieron. Hubo jugadores que fallaron en lo suyo: que Palacios y, especialmente, Silvio Romero, erren tanto en la definición, es un problema gigante, porque hace a su principal tarea.

Pero hay otras actuaciones desde las cuales construir. Lucas Romero y Sergio Barreto, por ejemplo, hicieron un partido enorme, con una solidez total ante un equipo de enorme potencia ofensiva. Rodrigo "Chila" Márquez, que debutó recién el domingo pasado ingresó con un coraje fantástico. El Rojo se fue con la frente alta, incluso con el árbitro, su propia impericia y su falta de recambio como sus propios enemigos.