En muchos casos las grandes luces del fútbol deslumbran. Es habitual que al pensar en el mundo del deporte más popular del planeta, las ideas se disparen hacia la gloria, la fama, el dinero y la vida fastuosa de aquellos que disfrutan de las mieles del éxito obtenido en base a su talento, que los lleva a jugar en la élite.

Pero hay cientos de miles de casos en los que la pelota es sólo una ilusión, un faro que nunca se alcanza y decanta en nada más y nada menos que un divertimento, un placer sin el respaldo necesario para sustentarse económicamente, subvalorado en un mundo material, en términos de la estrella pop Madonna.

Hiannick Kamba fue uno de esos que en algún momento soñó con ser una estrella, estuvo cerca de serlo e inclusive, posiblemente, en algún momento tuvo el potencial técnico como para respaldar esos sueños. Pero el globo se pinchó y su carrera fue en decadencia, al punto que las necesidades económicas lo apremiaron. Todo desembocó en un fraude insólito: un seguro de vida millonario, una muerte trágica y el descubrimiento unos años más tarde de toda la farsa.

La familia Kamba oriunda del Congo, huyó de la conflictiva situación política y social del país en 1996. Todos la parentela se instaló en la región de Ruhr en Alemania y el joven Hiannick, que tenía talento para el fútbol se incorporó a las categorías juveniles del Schalke 04, uno de los equipos germanos más populares poco después de cumplir 10 años.

Creció en las formativas como lateral derecho y pasó a ser una pieza importante del plantel. Además, se dio el lujo de tener como compañero a Manuel Neuer, el arquero multicampeón con la Selección de Alemania y el Bayern Munich.

Pero esa difícil situación de desarraigo en su más tierna edad le trajo dificultades en su carrera y en su vida personal. Nueve años después de haber llegado al país, mientras el disputaba las instancias finales de la Copa de Berlín con la categoría sub-19 del Schalke, le comunicaron que sus padres habían sido puestos bajo vigilancia del departamento de migraciones e iban a ser deportados en breve.

Además, le comunicaron que el correría la misma suerte, pero su equipo le realizó casi de manera inmediata un contrato profesional para evitar tal destino. Por aquel entonces, el juvenil todavía estudiaba en una escuela denominada Berger Feld, en la que sus compañeros, los padres de ellos y los directivos realizaron una colecta para que él pudiese mantenerse durante los primeros meses sin su familia. Incluso el director del establecimiento intervino junto a un abogado ante las autoridades gubernamentales para que pueda permanecer en el país.

A pesar de los gestos de buena voluntad que colaboraron con él, la carrera futbolística de Kamba no fue lo que prometía. Resulta contrafáctico ponerse a analizar que hubiese sido de la vida de un jugador con sus condiciones y otro contexto social y familia. Pero no pudo afianzarse en el Schalke 04 y tuvo un largo recorrido por siete equipos del ascenso alemán, entre ellos el Gladbeck, el Zweckel y el Hüls. Sin gran éxito y con los salarios lógicos de categorías menores, su vida no tuvo la prosperidad con la que soñaba al quedarse en Alemania.

En ese contexto, en el año 2015, mientras jugaba en el YEG Hassel, sacó una póliza de vida, cuya única beneficiaria sería su esposa. Intentó que la misma sea por 4 millones de euros, pero su pedido fue rechazado y, finalmente, se le otorgó una por la para nada despreciable cifra de 1,2 millones euros.

Un año más tarde, viajó a visitar a su familia a su tierra natal, Congo. Llegó a Kanisha, la capital del país, y unos días después, el 9 de enero, su familia recibió una trágica noticia: había sufrido un accidente automovilístico y había muerto. Su esposa, en medio de la congoja de la pérdida se hizo acreedora del dinero correspondiente.

En mayo del 2020, cuatro años luego de su fallecimiento, una persona idéntica a Kamba apareció en la misma región de Rhur en la que había ido a vivir de chico con su familia trabajando como técnico químico en una empresa proveedora de energía. El escándalo explotó y se confirmó que en realidad estaba vivo.

Ahora afronta una investigación judicial feroz por fraude y estafa, con ribetes familiares increíbles. Su mujer, acusada de cómplice se ha negado a declarar y ha asegurado haberse sentido conmocionada tanto por la muerte de su marido como por la repentina e increíble aparición con vida.

La defensa de Kamba asegura que al llegar al Congo el jugador fue secuestrado y abandonado posteriormente por gente que él aparentemente conocía, despojado de dinero, documentos y teléfono.

No se explica aún cómo consiguió retornar a Alemania. Además, asegura que en 2018 él intentó comunicarle a autoridades gubernamentales que su muerte era falsa, pero nadie lo registró. Otra cuestión que se desconoce y aún no ha podido probarse es cual fue el vínculo del ex jugador, en sus tiempos de "fallecido", con su mujer, la acreedora de la pequeña fortuna del seguro.

Kamba no sólo vive, sino que tiene una rutina como cualquier ser humano. Un trabajo, ingresos, una cotidianeidad, construida en un contexto en el que supuestamente estaba muerto, incluso aunque todavía sea un misterio si percibió y pudo hacer uso del dinero que cobró su pareja por su propia muerte.