Valtteri Bottas se llevó el GP de Turquía de F1, pero el gran ganador del fin de semana fue Red Bull: en uno de sus peores fines de semana (no se destacaron especialmente en ningún rubro en ningún momento), rascaron un segundo y un tercer puesto en una carrera incierta por lo climático, pero sin Safety Cars ni eventos muy dramáticos.

En este año tenemos una F1 de pilotos, y en esa condición hubo grandes carreras: de Leclerc y Hamilton hasta que su tardía entrada les quitó algunos puntos; de Pérez, en un auto sin ritmo, defendiendo la posición de manera brillante en el único momento en el que Ham tuvo resto para atacarlo; de Sainz Jr, que se va convirtiendo carrera a carrera en el Button de esta época (no es el más rápido, pero nunca se equivoca, nunca se desespera y nunca se rinde).

En la largada se lo tomaron todos con mucha calma salvo Alonso, que intentó pasar a Gasly sin tener en cuenta que el Alpha Tauri tiene ruedas, y armó un zafarrancho que arruinó su carrera, condicionó la de Gasly y le provocó una sanción al francés (ensanguchado entre Checo y el asturiano: otro desatino de los comisarios, que a medida que avanza el año se tornan cada vez más inconsistentes en sus sanciones).

Hamilton se quedó pancho en un trencito que encabezaba Norris y que le impedía atacar a su rival inmediato, Yuki Tsunoda. Mientras el trencito estuvo armado, tres o cuatro vueltas, hasta la octava, el japonés aguantó bravamente; pero en cuanto Norris se escapó un poco, Hamilton encontró el método para pasar sin DRS en un circuito rápido pero sin largas rectas: en las zonas lentas en las que Mercedes robó desde el viernes. A partir de ahí, hubo varios poemas del británico para superar a Stroll, Norris y Gasly.

Mientras tanto, Leclerc seguía el ritmo de Bottas y Verstappen a menos de seis segundos. A medida que avanzaba la carrera, incluso el ritmo de la Ferrari (con una pista secándose y presagio de más lloviznas hacia la última parte de la carrera) era mejor.

Nadie quería entrar. Tampoco había la obligación de hacerlo: al declararse carrera mojada, desaparece el requisito de usar dos compuestos de neumáticos durante el Gran Premio. En ese contexto, hasta los desesperados (como Ricciardo) demoraron la entrada.

Hacia la vuelta 34, cuando ya los Intermedios empezaban a acusar el desgaste, Hamilton intentó darle caza a Checo y el mexicano se defendió con limpieza y fiereza, ante un heptacampeón que, como siempre, lucha las posiciones 'de verdad' al borde del reglamento. Pero Pérez aguantó, y Ham se quedó sin gas.

A partir de allí, empezaron a sucederse las paradas. Pero varios (Leclerc, primero desde la vuelta 38; Hamilton; Ocon) se jugaron a permanecer en pista. Al monegasco le dijeron que no hacía falta parar. Esa decisión, al cabo, condenó al de Ferrari y al de Mercedes: tras entrar a boxes, se encontraron en pista con un Pérez que en ese momento de la carrera iba más rápido y les birló el podio.

Al cabo, una carrera tensa, incierta, de 'dos por uno es negocio' para Red Bull. De esas carreras que, sin ganarlas, te hacen acumular de esos puntos que se sienten al final del campeonato. Por eso, para los austríacos la calificación es “bien jugado”, y Mercedes, pese a la victoria de Bottas, se queda con un gusto amargo.

F1: victoria lógica de Bottas, muchos puntos para Red Bull y pocos para Hamilton