Alfa Romeo decidió no renovarle el contrato a Antonio Giovinazzi para 2022. El buen piloto italiano, que puso en aprietos a un inestable Pierre Gasly en la categoría de bronce de la FIA, siempre se quedó por debajo del nivel necesario para un piloto de F1: rápido, pero impreciso. En cualquier otra categoría del mundo, será un piloto top; en la F1 de sólo veinte butacas, sobra.

Fréderic Vasseur, líder del equipo con sede en Suiza anticipó que el sucesor de Giovinazzi será anunciado el 16 de noviembre, tras del GP de Brasil. Así, para 2022 no habrá ni pilotos brasileños ni pilotos italianos en la F1. Todo un dato de época.

¿De dónde son los candidatos a sucederlo? El número 1 es Guanyou Zhou, del apetecible mercado chino; llega con muchísimo dinero, pero exige un contrato multianual en un contexto en que los inversores escandinavos del equipo fundado por Peter Sauber manifiestan voluntad vendedora.

Luego está el brillante australiano Oscar Piastri, el típico piloto (como en su momento Ocon, Leclerc, Russell, Norris) que viene liquidando cada escalón de la Pirámide FIA en la temporada debut; pero padece el síndrome de Larrauri: en la F1, talento sin dinero no convence.

La apuesta a futuro de Hinwil es el francés Théo Pourchaire, el ganador más joven de la historia de la Fórmula 2, que se perdió en su temporada debut en el sancocho de fechas triples con parrillas invertidas de este año. Diagnóstico: le falta un año de cocción.

Finalmente, también suena Nyck de Vries. De la camada de los Verstappen, Leclerc, Ocon, etc., el holandés atesora un pasado brillante en el karting, pero luego en las categorías de monoplazas de la FIA tardó siempre el doble que sus viejos rivales para dominar cada escalón. Su carta fuerte es que viene de ser campeón de Fórmula E de la mano de Mercedes; llegaría en medio de una operación para convertir a la vieja Sauber de nuevo en una subfactoría alemana (con ellos entraron a la F1 en los 90, cuando la marca de la estrella volvió después de los años 50 a poner sus motores en la máxima). Diagnóstico: estando Max Verstappen, un segundo holandés en la F1 es redundante (diría Bernie Ecclestone), salvo que sea otro superfenómeno. Con la misma regla mercadotécnica, un chino es oro en polvo, y un australiano sumaría.