Cuando, para la carrera en Imola, Red Bull estrenó su chasis ‘adelgazado’, pareció acabarse el campeonato. La superioridad general que mostraba hasta allí Ferrari se desvaneció salvo a una vuelta y en momentos muy puntuales de las carreras. La baja en el peso del coche austríacos puso a Ferrari bajo presión, anticiparon sus arriesgadas mejoras y rifaron el campeonato en gran parte por los fallos de fiabilidad subsiguientes en el equipo rojo.