Lewis Hamilton ganó el GP de Catar con la fusta bajo el brazo. Le facilitaron la tarea las sanciones a Verstappen y a Bottas, (largaron séptimo y sexto, respectivamente), pero le sobraban varias décimas de ritmo respecto del Red Bull, daba la impresión.

La carrera tuvo variedad estratégica, como previeron los organizadores locales de esta primera edición del Gran Premio. Eso les dio facilidad para largar fenómeno con Blandos a Gasly y a Alonso, que lo aprovecharon para quedarse detrás de Ham (calzaba Medios), mientras Verstappen remontada tres posiciones en un suspiro, antes de tomarse unas vueltas para pasar a los briosos pero inermes Gasly y Alonso.

A partir de allí, todo fue asegurarse los puntos para los dos aspirantes al título. En ningún momento el ritmo de Verstappen pareció capaz de desafiar a Hamilton. En las últimas semanas, el británico está quizá en el mejor momento de su carrera frente al rival más duro que enfrentó jamás, y tiene un autazo.

El rival más duro que enfrentó jamás, es cierto, peca de joven muchas veces (la sanción recibida por su última vuelta del sábado es de angurriento piloto de karting, no de alguien que está peleando un Mundial). Por lo demás, casi nunca se equivoca y casi nunca enloquece; hoy hizo, otra vez, lo que pudo ante un Mercedes que agita los fantasmas de 2012 y con toda la presión encima.

En 2012, Alonso, con Ferrari, se fue a las vacaciones con un margen de casi dos fechas de ventaja. Sin embargo, en el último tercio de la temporada, cuando llegaron los circuitos Tilke, el mejor auto, que era el Red Bull, arrasó, y varias carreras desgraciadas terminaron de quitarle chances al asturiano. Este año, desde Gran Bretaña Mercedes parece haber tenido un poco más, en promedio, y esta diferencia creció con los últimos estrenos de motor de Hamilton.

Todo suma para que Lewis tenga el octavo título del mundo en sus manos. Max deberá salvar como pueda un segundo puesto en Arabia (donde Mercedes debería arrasar), y rezar para que la nueva configuración de Abu Dhabi no le dé otra vez la ventaja a Mercedes; allí, sí o sí, deberá terminar adelante de Hamilton para obtener su primer título del mundo. Acá el factor clave es Bottas: ¿la arruinará de vuelta y le regalará el segundo puesto a Max en Arabia? En ese nombre se cifra gran parte de la definición del campeonato.

Mención aparte a Alonso, que largó a lo Alonso y luego gestionó sus neumáticos mejor que ninguno (¡24 vueltas con el Blando!). La diferencia de pilotaje la marcó respecto de Bottas, que dañó sus Medios de 32 vueltas y arruinó una carrera que, pese a todo, soñaba con el podio: Mercedes pecó de avaro y perdió muchos puntos en el Campeonato de Constructores.

Lo de Bottas no es inesperado: al revés que Verstappen, largó horrible y tuvo que remontar toda la carrera desde atrás. Su torpeza para pasar autos lo pone en evidencia, en la comparación implacable con un monstruo como Hamilton. Lo mismo cabe para Pérez en Clasificación.

Alpha Tauri se hundió en carrera (no importa la fecha en la que leas esto). Gasly pelea como loco pero termina perdiendo todo. Los pianitos se cargaron varias víctimas desde el viernes. Bottas lo pagó caro el domingo, también los Williams. Ferrari salvó la ropa en un fin de semana horrible, pero quedó detrás de los dos Alpine (Ocon, quinto) y de un inesperado Stroll (sexto). Norris tuvo que entrar por segunda vez y no pudo concretar lo que hubiera sido un cuarto puesto (o poco menos) de órdago.

La carrera en sí, despejado el morbo de la remontada de Max, no tuvo muchas emociones, y el único lugar para sorpassos fue, hasta avanzada la carrera, el final de la larga recta principal (1068 metros), con DRS. Luego, algunos valientes pasaron a rivales enconados en zonas reviradas. Pero la tensión en el Paddock crece de manera exponencial carrera a carrera, y sólo faltan dos, y, salvo los dos contendientes, ninguno da más. Los agradecidos espectadores, tampoco.

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