El puesto de Michael Masi como director de Carrera de la F1 pende de un hilo. Tuvo una muy mala segunda mitad de temporada, con su autoridad diluida por el show de la protesta suscitado por Red Bull y Mercedes a medida que avanzaba la temporada.

El australiano llegó de emergencia a la F1 por la súbita muerte de Charlie Withing, antiguo empleado de Ecclestone en Brabham, y que imponía respeto (y miedo al revanchismo) en los pilotos. En época de Whiting, las ironías para los comisarios en una carrera se devolvían a las pocas fechas en cualquier situación dudosa. Además, el último Whiting, el posterior a Suzuka 2014, quedó atenazado al temor de sumar muertes en la F1 y, sumada a eso, la frustrante ineficiencia de los neumáticos Pirelli para correr en lluvia, dejaron a la Dirección de Carrera en modo conservador, a despecho del espectáculo.