Un viejo aliado una noche le dijo que no. En La Bombonera, Boca no pudo quebrar al Corinthians durante los 90 minutos reglamentarios y luego tampoco pudo imponerse en los penales. Tras el 0 a 0 en el partido, el equipo brasileño se impuso por 6 a 5 en una extensa tanda desde los 12 pasos. 

El Timao llegó a Argentina con una parva de bajas por lesión y contagiados de COVID. Puso un equipo totalmente emparchado y, en consecuencia, planteó un partido sumamente austero. Se dedicó pura y exclusivamente a tratar de aguantar el resultado. 

El Xeneize se hizo cargo de todo lo que sucedió en el partido. Enfrentó a un rival que casi no cruzó la mitad de la cancha y se defendió muy cerca de su área. Por supuesto, eso implica un desafío complejo para cualquier equipo que busca penetrar, pero, al mismo tiempo, cuando se extiende durante 90 minutos, da lugar a errores.

Al conjunto de Sebastián Battaglia, claramente, le faltó profundidad y creatividad en los últimos metros, y finalizó prácticamente todos sus ataques con centros, que además fueron imprecisos. La única acción clara fue a partir de un desborde de Exequiel Zeballos, que se llevó a su marcador a la rastra, tiró un centro y encontró a Darío Benedetto completamente sólo. El atacante quiso darle con el empeine, le pegó con la tibia y la tiró inexplicablemente lejos.

Sin embargo, iba a tener revancha por un fallo del rival. Tras un centro, Raúl Gustavo saltó contra Pol Fernández y le dio un codazo directo y artero en la cara. El volante del equipo argentino cayó, con el rostro ensangrentado, pero el árbitro Andrés Matonte no cobró nada. Sin embargo, luego fue llamado por el VAR y ahí sí sancionó penal, aunque inexplicablemente no expulsó por tal brutalidad al defensor brasileño.

Benedetto se hizo cargo de la ejecución. Le dio hacia la izquierda y Cassio se tiró a su derecha, pero la pelota dio en el palo. Se auguraba una mala noche para el delantero. Además, en el rebote, con todo el arco libre, aunque un poco lejos, Alan Varela la tiró afuera. 

En el segundo tiempo, la postura del equipo paulista se profundizó y el conjunto de La Ribera se quedó de a poco sin empuje y cada vez con menos claridad. Por izquierda, por donde atacan Frank Fabra y Sebastián Villa, estuvo bien contenido, por derecha buscó poco y por el centro Fernández y Óscar Romero casi no tuvieron participación.

Incluso, cuando quedaban poco más de 10 minutos, el equipo que dirige Vítor Pereira consiguió cruzar la mitad de la cancha y sostener la pelota durante más de un minuto en sus pies. Los penales llegaron en ese contexto, en el que el local ya era un equipo inofensivo.

La tanda decisiva volvió a tener a Agustín Rossi con un nivel preponderante, pero no fue suficiente. El primero en fallar fue Villa, que ejecutó el tercer remate de su equipo a las manos de Cassio. Pero inmediatamente después, el arquero Xeneize le contuvo su remate a Raúl Gustavo.

El ex guardameta de Defensa y Justicia volvió a demostrar su inmensa capacidad y en su siguiente intervención le contuvo la ejecución a Bruno Melo y puso a su equipo match point. Pero, increíblemente, Benedetto, un delantero de clase y con un remate excelso, pateó el peor penal de su vida y la tiró no menos de 10 metros afuera.

Finalmente, el gigante arquero del equipo visitante, que había estado muy inseguro en la pelota parada durante el primer tiempo, le atajó su último remate a Juan Ramírez. Gil, con suspenso, porque Rossi la tocó, convirtió el último de todos y le dio el pasaje a su equipo.

Le eliminación en una instancia tan temprana es un golpazo. En la vuelta, Boca tuvo una muy mala noche, carente de ideas y con errores puntuales de uno de sus mejores futbolistas. Quizás tenga más para reprocharse respecto de la ambición mostrada en la ida, donde, sin dudas, pudo ir por más. Más allá de eso, claramente se vio perjudicado por un sorteo desafortunado, que le puso un adversario muy difícil en la primera serie mano a mano.