Este martes dirigentes de la Conmebol y de diversas federaciones hicieron oficial la candidatura de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay para albergar la Copa del Mundo del 2030. Si bien existe una gran expectativa de que se de esta chance, apoyada en que sería el centenario del torneo, que se celebró por primera vez en tierras charrúas en 1930, hay otros candidatos que parecen más firmes.

La candidatura sudamericana tiene tres competidores: Marruecos, que desde hace tiempo intenta organizar un campeonato de esta envergadura, viene de realizar un Mundial histórico para África y presenta buenos antecedentes al organizar Mundiales de Clubes, Egipto, Grecia y Arabia Saudita, y, los más firmes, España-Portugal, con Ucrania como invitado.

Hay varios aspectos que ubican a los países de la península ibérica, más la posibilidad de Ucrania, como los mejores parados para albergar un torneo así. En primer lugar, el componente histórico: nunca se han llevado a cabo dos Mundiales consecutivos fuera de Europa, algo que sucederá por primera vez luego de celebrado del de Qatar 2022 y de que se lleve a cabo el de Estados Unidos-Canadá-México 2030. Que se realicen tres seguidos fuera del Viejo Continente parece imposible.

Ante cada candidatura, la FIFA evalúa una serie de requisitos que el anfitrión debe cumplir para poder contar con un torneo de tal trascendencia. que van desde modernidad y capacidad en los estadios hasta fluidez en el transporte de las ciudades donde se juega, pasando por muchos otros rubros a cubrir. En ese aspecto, España y Portugal sacan una gran ventaja: cumplen casi todos los casilleros.

Antecedentes recientes dejaron muy bien parados a ambos países en materia de organización de eventos deportivos. España fue uno de los anfitriones de la Eurocopa del 2021 que se celebró en varios países. Su rol fue exitoso, incluso cuando se debió cambiar la ciudad sede de Bilbao a Sevilla casi a último momento por motivos vinculados a la pandemia.

Lisboa, capital de Portugal, albergó de urgencia las etapas finales de la Champions League 2020 que había sido interrumpida por motivos sanitarios. El campeonato, si bien no tuvo asistencia de público se desarrolló sin dificultades.

El componente ucraniano es muy difícil de eludir. Es evidente que el mundo del deporte ha tomado partido en el conflicto con Rusia y se ha solidarizado con el país que preside Vlodimir Zelesnky. Más allá del gasto que significa, la FIFA adora mostrar lo que ellos denominan “el poder transformador del fútbol”, y como las ciudades o países donde se disputan los Mundiales se benefician con un cambio total desde el punto de vista estructural. Para el ente regulador del fútbol sería una medalla muy importante a colgarse el haber colaborado con el resurgimiento de un país azotado por un conflicto bélico. Por obvias razones, la invitación a formar parte de la organización todavía no pudo ser confirmada.

La designación de Qatar como sede para 2022, en tiempos de una FIFA distinta, con muchos pesos pesados retirados y otros presos, deja en claro que no siempre los motivos lógicos son los que repercuten en una elección. El país asiático fue definido en su momento por el mismísimo Joseph Blatter como el candidato con menos condiciones iniciales para recibir la Copa, y, sin embargo, allí se jugó. 

De todas maneras, es evidente que el intento impulsado por Alejandro Domínguez, Claudio Tapia y otros dirigentes sudamericanos corre de atrás. Siempre y cuando no tengan la misma capacidad de convencimiento que de gestión para manejar las ligas locales y regionales que administran, habrá chances. La decisión se tomará en 2024 en un congreso de la FIFA.