El fútbol español vive horas de escándalo y polémica. Un conjunto de audios reveló un acuerdo entre Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), y Gerard Piqué, defensor del Barcelona y cabeza de la empresa Kosmos, vinculada a eventos deportivos, para repartirse una comisión millonaria por la organización de la Supercopa de España.

El clásico torneo que se juega en prácticamente todo el mundo entre el campeón de liga y el campeón de copa, en España cambió llamativamente de formato hace dos años. Ya no se juega a un sólo partido, ni dos, a ida y vuelta, entre los campeones, sino que juegan cuatro equipos, se incluye a los subcampeones, se disputan semifinales y final, y el torneo se lleva a cabo en un país asiático.

Esta modificación tuvo la intención de generar más dinero y exportar fútbol de alto nivel a algún país dispuesto a pagar por ser anfitrión, aunque desnaturalizó claramente el espíritu de la copa. Los audios exhibidos por el medio español "El Confidencial" revelaron a manos de quien fue a parar el dinero y como fue el proceso de convencimiento a cada equipo, para que acceda al viaje.

"A ver, Rubi, si es un tema de dinero... Si ellos por ocho irían, se pagan ocho al Madrid y ocho al Barça, a los otros (Atlético Madrid y Valencia) se les paga dos y uno. Son 19, os quedáis la Federación seis 'kilos', tío. Antes de no quedaros nada os quedáis seis "kilos" y apretamos a Arabia Saudita, les decimos que el Madrid a lo mejor no va y les sacamos un palo o dos palos más. Antes de hacerlo en España, que no vais a ganar ni tres, es para pensárselo si es un tema de dinero", dijo Piqué al Rubiales en el audio más polémico.

En ese contexto, la pareja de la cantante Shakira le explicaba al presidente de la RFEF como distribuir el dinero para quedarse con una comisión notable y aún así convencer a todos de viajar a Asia. Por otro lado, la empresa Kosmos del jugador catalán acordó como intermediaria una comisión anual de 6 millones de euros, que serán 24 si se completan las cuatro ediciones pactadas en Medio Oriente.

Obviamente, más allá de lo que haya hecho la RFEF, la polémica explota porque un jugador que compite en un torneo es, al mismo tiempo, responsable de la intermediación entre el anfitrión y el organizador y hasta maneja la repartición de dinero.