Parece increíble pero es verdad. Hubo un campeonato, nada menos que un Mundial, en el que Lionel Messi, el indiscutido mejor jugador del mundo y uno de los que batalla por el lugar de mejor de todos los tiempos, arrancó de suplente. Claro está que el talento, en esas proporciones, brota de manera incontenible y ubica las cosas en su lugar.