No cabe duda, es un milagro. Claro está, que en términos deportivos. Pero lo del Sheriff ya es una hazaña sin igual. Porque por muy bien que jueguen sus futbolistas, por muy bien elaborado que esté el proyecto y por muy ordenado que esté el equipo, representar a un país minúsculo en historia futbolística como Moldavia, con un presupuesto bajo y llegar a jugar la fase de grupos de la Champions League es milagroso. Encima, en el debut, derrotó al Shakhtar y sueña con incomodar al Inter y al Real Madrid.