Más allá de la exquisitez de la maniobra, hay que valorar el contexto en el que un gol es convertido para analizar su real peso. Había muchos bellos goles nominados al premio Puskas, el que entrega la FIFA al mejor del año, pero pocos en los que confluyeron un gesto técnico magnifico, un recurso sumamente estético y un contexto realmente pesado.