Entre el Barcelona y el Bayern Munich hay mucha distancia. Económica en estos tiempos, futbolística y hasta en cuanto a claridad institucional. En Europa, donde la lógica de los proyectos es casi inapelable, es muy difícil salvar este tipo de diferencias. Los alemanes vencieron a los catalanes por 3 a 0, de manera categórica, en el Camp Nou, con dos goles de Robert Lewandoski y uno de Thomas Muller. El debut en la fase de grupos de la Champions League no podía ser más difícil para los españoles.

El local planteó el partido desde el reconocimiento total de la superioridad rival, en cuanto jerarquía individual y en cuanto a funcionamiento colectivo. Desde hace años el club catalán no es candidato al enfrentar a equipos del nivel del Bayern Munich. Pero, con el mejor del mundo en cancha, es muy complejo reconocerse inferior y tratar de construir desde esa consciencia.

Este Barca se plantó de un modo totalmente diferente. Jugó retrasado, al contraataque y a cada instante que pasó se metió más atrás y resignó cada vez más jugadores de ataque para marcar. En otras palabras, se sintió como un equipo inferior y jugó como tal, lo cual no necesariamente es negativo, pero la respuesta al crecimiento rival sólo fue retroceso en la cancha..

El conjunto alemán no atraviesa un momento tan arrasador como en aquel recordado 8 a 2. Recién llega al club un nuevo entrenador, con ideas diferentes, como Julian Nagelsmann. De todos modos lleva una continuidad mayor con los mismos jugadores y posee mayor jerarquía. se hizo cargo de esa situación y mostró una diferencia de nivel abismal. Dominó, tuvo más la pelota, tuvo salida limpia e incluso paciencia ante la falta de claridad en los últimos metros, 

A cada minuto, se volcó con más hombres al ataque, algo riesgoso para el local tan pronto en el juego. A los 33, finalmente, en uno de los primeros remates al arco, Muller probó de afuera, la pelota se desvió en Eric García y fue a parar al otro palo, a donde no llegó Marc André ter-Stegen.

En la segunda mitad la diferencia fue mucho mayor. El equipo bávaro tuvo, además de sometimiento, precisión en los últimos metros. Ya había tenencia y movilidad, sólo faltaba acertar en los pases incisivos. A los 11, otra vez estiró la ventaja: Jamal Musiala remató desde el borde del área y tras el rebote en el palo Lewandoski anticipó a Ronald Araujo con la planta del pie para aumentar la cuenta.

Con el resultado medianamente definido, el Bayern bajó un poco su ritmo y el Barcelona incrementó su nivel a partir del ingreso de varios buenos jugadores jóvenes como Yusuf Demir, Álex Baldé y Gavi. Tuvo un poco más de posesión y frescura para atacar por los costados para lastimar mínimamente al rival.

De todos modos, los dirigidos por Nagelsmann aceleraron un poco sobre el cierre del encuentro y mostraron su infinita capacidad. Tras una pérdida en salida, Alphonso Davies asistió a Serge Gnabry, que entró en el segundo tiempo, otra muestra de recursos en el plante. El hombre de la selección alemana remató, la pelota dio en el palo y otra vez en el rebote apareció el siempre presente Lewandoski para sentenciar el 3 a 0.

La diferencia entre los equipos es gigante y es mucho mayor a este trámite y a este resultado, que de por sí fue categórico. El del Barcelona es un proyecto que se desangra o ya se desangró y se rearma de a poco y el del Bayern Munich es un un proyecto vigente, que combina juventud con experiencia de buena actualidad, ubicada en sectores específicos del campo en el que su edad pesa positiva y no negativamente. Los alemanes se confirmaron como grandes candidatos, como casi siempre, mientras que los españoles dejaron en claro que poseen poco más que un escudo relevante.