Mientras en Argentina todo el país se preparaba con enorme ilusión para vivir el primer Mundial con Lionel Messi en plenitud, dirigido nada menos que por Diego Armando Maradona, en Corea del Norte armaban un mega operativo con muchas aristas para controlar todo lo posible su imagen hacia el mundo, pero fundamentalmente hacia adentro del propio país, en el campeonato jugado en Sudáfrica.