Los grandes jugadores son los que se iluminan en los partidos en los que todo el mundo tiene los ojos puestos. Y pocos se adecúan mejor a esa definición que Karim Benzema. El delantero dio una clase magistral en Londres, convirtió tres tantos y el Real Madrid le ganó 3 a 1 al Chelsea en el partido de ida de los cuartos de final de la Champions League.

El partido fue parejo, bien jugado y entretenido. La diferencia estuvo en la eficacia, tanto creativa como para la definición de ambos equipos, y, principalmente, de la figura del conjunto español. No puede analizarse el encuentro sin tener en cuenta la influencia de Benzema.

El encuentro no tenía un dominador claro y ambos equipos habían tenido una acción clara, cuando a los 21 minutos, Benzema lo cambió todo. Vinicius le jugó una pared al ex Lyon, que le devolvió una pelota en profundidad de tres dedos y se fue hacia el área. El brasileño no dudó, tiró el centro de primera y el francés metió cabezazo tan potente como exquisito para vencer a Edouard Mendy.

Como si eso no hubiese tenido suficiente impacto en el partido, el 9 volvió a aparecer en escena tres minutos después. Dani Carvajal tocó hacia atrás para Luka Modric, que no dudó y metió un centro brillante. Benzema saltó por atrás de Thiago Silva y le cambió el palo al aquero con otro cabezazo excelso. En un partido muy parejo, la diferencia estaba en la clase del brillante atacante.

Tras las pinceladas geniales y definitivas, el encuentro continuó el rumbo anterior, de dominio repartido. Carvajal tuvo la oportunidad de convertir el tercero un rato después luego de un gran pase de Modric.

Pero, también, el local empezó a asediar con pases precisos y líneas muy adelantadas. De a poco consiguió llevar a los volantes rivales contra su área y generar riesgo. Reece James, de lo mejor del equipo inglés, se sacó un par de jugadores de encima en paralelo al arco y soltó para Jorginho. El italiano metió una daga al centro del área y Havertz cabeceó con tal potencia que consiguió vencer a Thibaut Courtois, que manoteó la pelota pero no la pudo sacar.

Con el ímpetu con el que había finalizado la primera mitad, todo hacía suponer que en el complemente el equipo londinense iría a fondo por el empate. Pero antes de poder acomodarse, su arquero cometió un error increíble ante un jugador en total estado de gracia. El senegalés Mendy recibió una pelota larga fuera de su área y quiso jugar con un compañero. Pero, la dejó corta, Benzema chocó con Antonio Rüdiger y cuando lo desplazó definió con tranquilidad y sutileza para poner el partido 3 a 1.

El equipo que dirige Thomas Tuchel, que atraviesa una situación límite dado que su dueño es el ruso Roman Abramovich, que está bloqueado para operar en Inglaterra y por ende no puede pagar sueldos ni suministrar con lo básico a su club, hizo méritos más que suficientes para conseguir al menos un tanto en la segunda mitad, pero no pudo.

Tuvo al menos tres chances claras: un cabezazo de Romelu Lukaku, que entró en la segunda parte, y que completamente sólo desperdició la oportunidad y dos remates de afuera; uno de Mason Mount que se fue cerca y otro de James, que despejó bien Courtois. 

El conjunto madridista tiene su estrella particular en la Champions. Los contextos se le acomodan mágicamente, como en este caso ante el presente sin antecedentes del Chelsea. Pero también sus mejores futbolistas brillan de un modo incomparable en los partidos más trascendentes y allí radica una de las claves de su grandeza. La serie no está definida, pero sí muy encaminada.