El poder de los grandes clubes del mundo sobre los jugadores es cada vez más grande. Desde hace rato resuenan los reclamos de directivos y accionistas en torno a las diversas pérdidas que le genera a un equipo que un futbolista se vaya a jugar con su selección. Además de perderse partidos e influir en lo deportivo, los dirigentes sostienen que pierden plata.

Por eso, desde hace unos cuatro años incrementaron la presión para que la FIFA contrate un seguro mucho más caro que actúe en caso de que un jugador se lesione seriamente mientras representa a su país en cualquier competencia oficial o amistoso.

En Rusia 2018 fueron varios los casos de jugadores que se lastimaron y no pudieron competir con sus equipos por un largo tiempo. Ya por entonces existía un seguro y los lesionados fueron tantos que se estima que se pagaron más de 200 millones de euros en compensaciones de este tipo.

A partir de estas lesiones, la UEFA presionó y consiguió aún más dinero por las bajas que se producen como consecuencia de lo que ellos llaman el “Virus FIFA”. La asegurado actual contratada por la entidad madre del fútbol mundial le paga hasta 20.500 euros a los clubes por cada día de inactividad que tenga un jugador que se haya lesionado con su selección.

Para que el seguro se active, el problema físico en cuestión debe dejar al protagonista fuera de las canchas por un periodo mínimo de 28 días y se abona hasta tanto reciba el alta médica y pueda volver a entrenarse y no hasta cuando vuelve a jugar. Además, tiene un límite: por muy seria que sea la lesión y por mucho que se prolongue el regreso de un futbolista a la competencia, en ningún caso se pagarán más de 7,5 millones de euros.