Tigre, una vez más, fue el sueño de los menos poderosos. El equipo de Victoria volvió a imponer su fútbol, que ya desde hace años, con un descenso de por medio, es marca registrada. Con un primer tiempo memorable, le ganó 2 a 1 a River en El Monumental y se metió entre los cuatro mejores de la Copa de la Liga. Mateo Retegui convirtió el primero, Enzo Fernández empató y Facundo Colidio convirtió el tanto decisivo.

El planteo inicial del equipo visitante fue perfecto. Dejó que el Millonario maneje la pelota entre los centrales y con una tarea formidable de Ezequiel Fernández bloqueó tanto a Enzo Pérez como a Enzo Fernández. Además, ante la primera duda en la salida rival, los centrales se adelantaron a intentar robar la pelota.

En ataque generó mucho con muy pocos hombres y sin exponerse atrás. Entre Cristian Zabala, Colidio y Retegui le generaron un desastre a la defensa local. Para sellar ese gran inicio, a los 5 minutos se puso en ventaja.

Tras un lateral, Zabala metió un buen centro y Retegui cabeceó con gran esfuerzo, dado que estaba completamente pasado. Casi mirando hacia atrás, la cambió al segundo palo y venció a Franco Armani. 

El equipo de Marcelo Gallardo entró en desesperación y se fue al ataque con mucha gente pero de manera desordenada y poco clara. Esa ofensiva desprolija, sumada a la buena tarea defensiva del rival por la zona central de la cancha, hizo que tenga más problemas en defensa que chances de gol. Sólo tuvo una oportunidad clara: luego de una asistencia de cabeza de Nicolás De La Cruz, Tomás Pochettino quedó solo mano a mano y definió afuera por poco.

El Matador tuvo varias chances de liquidar la historia de contraataque en la primera mitad. Sus atacantes generaron en conjunto e individualmente mucho daño a una defensa cuyo retroceso fue casi siempre defectuoso.

En la segunda parte, el vigente campeón del fútbol argentino se pareció mucho más al de siempre. Tuvo voracidad para ir a buscar el empate, puso muchísimos futbolistas en campo rival y abrió bien la cancha, por lo que aparecieron muchos más espacios. Pese a esa clara mejoría, el empate llegó como consecuencia de la jerarquía individual del mejor jugador del torneo.

Enzo Fernández recibió afuera del área una pelota exigida y sin tanto tiempo para decidir. Con cualquier otro futbolista, hubiese sido una jugada de riesgo nulo, pero con el ex Defensa y Justicia, fue un golazo. Controló con la pierna izquierda y de pique remató de derecha. Gonzalo Marinelli no pudo hacer nada y el local empató.

Con el apoyo de su gente, el conjunto porteño crecía cada vez más y parecía que se llevaba el partido. Pero en su mejor momento, Paulo Díaz, que suele ser de lo mejor del equipo, cometió un error irreparable. Quiso salir con un pase corto, pero Colidio lo interceptó, le ganó el mano a mano y se fue contra el arquero. Esperó al momento justo y definió con enorme sutileza ante la salida de Armani para poner el 2 a 1.

Gallardo movió el banco e incluyó a algunos jugadores que le hicieron bien a su búsqueda. Especialmente Santiago Simón, que nunca hizo méritos para dejar el equipo y que cumple la tarea de abrir la cancha por derecha como ningún otro jugador del plantel. Él mismo generó algunas de las varias situaciones que tuvo el equipo de empatar.

Primero con un centro genial que sacó de cabeza Víctor Cabrera cuando llegaban varios hombres para empujarla. Un rato después, tras un centro desde la izquierda, el volante por la derecha le dio de volea y Brian Luciatti sacó en la línea.

La noche tuvo tiempo también para una polémica. En la avanzada a los tumbos de River, Enzo Pérez remató al arco para terminar una jugada, la pelota le cayó a Agustín Palavecino que ingresó sobre el final. Este gambeteó a Marinelli y cayó ante la salida del arquero. El contacto existió pero la jugada es sumamente discutible, pero pareció penal.

En la última, con Armani en el área en busca de la heroica, Díaz se la llevó puesta en el área chica de cabeza, no pudo darle dirección y la tiró muy arriba. Fue el fin de la ilusión de un equipo que suma uno de los más grandes fracasos de la era Gallardo. Por como se armó, por la inversión que hizo y por la inmensa diferencia de plantel que tiene respecto de todos los demás equipos del país, la caída de River en una instancia tan temprana resulta un golpe durísimo sin ningún atenuante.

Tigre volvió a hacer historia. El equipo de Diego Martínez que fue sensación en buena parte de la fase regular y luego se vino abajo, recuperó su esencia. Esa que tiene desde hace años y que mantiene a pesar de los cambios de entrenadores. El domingo enfrentará a Argentinos Juniors en busca de una nueva final de copa.