No fue un gran partido ni mucho menos, pero se notó claramente la diferencia entre un equipo formado, con un plantel completo, y otro desarmado y sin futbolistas. Argentinos Juniors no mostró su mejor versión y aún así derrotó con claridad a Independiente por 2 a 1 en el Diego Armando Maradona. Thiago Nuss y Fausto Vera convirtieron para el local y Leandro Benegas para el visitante.

El Bicho fue más veloz, más dinámico y más decidido para jugar el encuentro. Superó a su rival en base a presión alta, mayor compromiso para las acciones divididas y, por supuesto, más jerarquía individual. No había tenido grandes chances de gol cuando a los 21 minutos Vera ganó de cabeza tras un rebote, Gabriel Ávalos pivoteó de espaldas y soltó para Nuss que definió ante la mirada pasiva de la defensa del Rojo.

El conjunto de Avellaneda no había pateado al arco en toda la primera parte y nada sugería que pudiese hacerlo. Su falta de juego se combinó con un grado de lentitud, desinteligencia y parsimonia preocupante. En ese contexto, y sin merecerlo en lo más mínimo, consiguió el empate. Sobre el final de la primera parte, tras un córner, Sergio Barreto ganó de cabeza en el primer palo y Benegas la empujó por el segundo.

Más allá de que tiene una carencia de recursos alarmante, Eduardo Domínguez, entrenador del Rey de Copas, volvió a equivocarse en el planteo inicial y cuando quiso modificarlo alteró el esquema y perjudicó al equipo. Salió al segundo tiempo sin Gastón Togni, que había sido apartado del plantel por malos rendimientos y que increíblemente apareció como titular, y con línea de cinco. Además, ingresó Juan Cazares. O eso marcó el cartel del cuarto árbitro, porque al ecuatoriano en cancha casi no se lo vio.

A pesar de que empujó durante los primeros minutos del complemento, en el primer contraataque quedó claro que el equipo no estaba preparado para el esquema. El local transitó la mitad de la cancha con tranquilidad, Vera la llevó sin que nadie le salga y sólo Barreto atinó a marcarlo, mientras sus compañeros se alejaban inexplicablemente de la acción. El talentoso volante lo encaró, se lo sacó de encima y sacó un derechazo preciso que se clavó contra el palo derecho de Sebastián Sosa.

Al encuentro le sobraron más de 40 minutos, porque el local se contentó con la ventaja y si bien dio la sensación de que pudo hacer algún tanto más, no se decidió nunca. El visitante, en cambio, además de una incapacidad gigantesca para generar desde lo colectivo, demostró una apatía insoportable. Prácticamente no pateó más al arco.

El fútbol atrapa por ser indescifrable, pero la mayoría de las veces, tiene sentido lógico, tal como sucedió en este caso. Un mejor equipo con mejores jugadores derrotó a uno que carece de todo y que institucionalmente sólo sobrevive por obra y gracia de las leyes argentinas en torno a las asociaciones civiles, aunque sus dirigentes hagan todo lo posible, día a día, por destrozarlo un poco más.