Ángel Amadeo Labruna nació el 28 de septiembre de 1918, en la esquina de Avenida Las Heras y Sánchez de Bustamante, en el norte de la ciudad de Buenos Aires, muy cerca del sitio en el que durante mucho tiempo estuvo el primer estadio del club River Plate.

Labruna y River. River y Labruna. 

El padre de Ángel era relojero y aunque soñaba que su hijo siguiera ese camino, lo alentó para la práctica de los deportes. Lo llevó a River, obviamente. La historia estaba comenzando a escribirse.

Empezó jugando al básquet, pero se dio cuenta de la facilidad que tenía para meter la pelota dentro de un arco de fútbol y se apasionó con ese deporte. Labruna, la camiseta de River, la pelota adentro del arco. Qué empiece la función!!!.

Debutó en primera división el 18 de junio de 1939, en una derrota de River ante Estudiantes de La Plata 1-0.

Renato Cesarini, reciente técnico millonario, puso en cancha aquel día al arquero internacional uruguayo Juan Bautista Besuzzo; Luis Vassini y Antonio Blanco en la extrema defensa; Norberto “Pacha” Yácono, Bruno Rodolfi y el brasileño Aarón Wergfiker en la línea media; y adelante Carlos Peucelle, Florencio Caffaratti, el peruano Jorge Luis Alcalde, Ángel Labruna y Adolfo Pedernera.

Nadie imaginó esa tarde que aquel muchacho que se encorvaba cuando dominaba el balón actuaría con esa casaca 20 años más.

El primer gol se lo marcó a Atlanta, el 15 de octubre. Tal vez, tampoco nadie imaginó que haría 316 goles más con la camiseta de la banda puesta.

Un día de 1942 debutó en la primera de River un wing extraordinario apodado Chaplin y llamado Félix Loustau. Allí mismo nació “La Máquina” original: Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau.

Ángel Labruna, yo soy River

Y de la mano de esos cracks llegaron los títulos. Nueve torneos de primera división en total ganó Angelito como jugador.

Fue el primer futbolista de la historia que se consagró campeón en un mismo club con 16 años de diferencia. Ganó con River el torneo de 1941 y también obtuvo el de 1957.

Durante esa época inolvidable, River contó con los trascendentes goles de Labruna: le hizo 16 a Boca, 19 a Racing, 12 a San Lorenzo, 23 a Rosario Central, 22 a Estudiantes, 21 a Platense. Sólo en torneos de Primera División fueron 293. Es el segundo goleador histórico del Profesionalismo, detrás del paraguayo Arsenio Erico.

Dijo el fantástico Adolfo Pedernera: “Algún día se van a morir todos los que nos vieron jugar a nosotros y tal vez alguien, por herencia, sabrá quienes somos. Pero los libros van a hablar de Ángel Labruna, porque fue el que hizo los goles”.

Labruna integró diferentes delanteras de “La Máquina”:
*Muñoz, Gallo, Pedernera, Labruna y Loustau (37 partidos).
*Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Deambrossi (20 partidos).
*Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau (18 partidos).
*Deambrossi, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau (13 partidos, delantera campeona en la Bombonera en 1942).
*Deambrossi, Gallo, Pedernera, Labruna y Loustau (13 partidos, delantera campeona ante Chacarita en 1945).

Por supuesto, Ángel jugó en la Selección Argentina. 
Lo hizo entre 1942 y 1958, sumando 36 partidos y 17 goles. Se despidió de la albiceleste en el triste Mundial de Suecia cuando tenía casi 40 años.

El debut fue el 25 de agosto del 42, por la Copa Lipton, ante Uruguay. El partido terminó 1-1 y Labruna ingresó en el minuto 85 reemplazando al delantero de San Lorenzo Rinaldo “Mamucho” Martino.

Se fue de River en 1959 luego de jugar 545 partidos oficiales (515 por torneos de Liga). Gastó sus últimos cartuchos en Rangers de Chile y Rampla Juniors de Uruguay.
En 1961 disputó dos partidos para Platense en la Primera B.

Después del retiro, intentó de todo y en diferentes rubros: hotelería, pizzería, ventas de autos usados, gomería… 

Pero la pasión pudo más. 

Regresó al fútbol como “espía” de los rivales a los que tenía que enfrentar River, cuando el entrenador de la Primera era Néstor “Pipo” Rossi.

No se lo tomó muy en serio a ese trabajo, porque los domingos en lugar de ir a observar a los futuros rivales se iba al hipódromo a despuntar el vicio en otra de sus pasiones, el turf.

Labruna tenía la concesión del buffet del club Defensores de Belgrano y como la mano no iba bien con el primer equipo, en 1966 los dirigentes le ofrecieron el cargo de entrenador. 
Allí inició oficialmente su carrera de director técnico.

En 1967 sacó campeón de la B a Defe y fue protagonista de una situación digna del Guinness. Los sábados dirigía a Defensores en la segunda categoría y los domingos a Platense en Primera.

Con el Calamar hizo una gran campaña, cayendo en semifinales del Metropolitano con Estudiantes. Ese partido fue histórico: se jugó en la Bombonera, ganó el Pincha 4-3 y significó el inicio del glorioso equipo de Osvaldo Zubeldía.

En 1971 fue campeón del Nacional con Rosario Central.

Eliminó en semifinales a Newell’s y superó en la final a San Lorenzo 2-1.

Menutti; Jorge González, Pascuttini, Fanesi y Mario Killer; Aimar, Landucci y Colman; Bóveda, Poy y Gramajo.

Técnico de River 

Labruna dirigió unos partidos “de emergencia” a River en 1963, volvió en 1968 y el tercer período se inició en 1975.

En total fueron 527 partidos como técnico millonario y seis títulos (Metro y Nacional 75, Metro 77, Metro y Nacional 79, Metro 80).

Ángel Labruna, yo soy River

Grandes futbolistas pasaron por esos equipos: Beto Alonso, Fillol, Perfumo, Passarella, Juan José López, Oscar Más, Sabella, Luque, Morete, Merlo, Oscar Ortiz, Ramón Díaz, Kempes, Carrasco, Tarantini. Y siguen las firmas.

Labruna tenía un ojo fabuloso para seleccionar jugadores. Decía: “Usted búsquese un buen arquero, un buen central, un buen cinco, un buen diez y un goleador ... y después los demás puestos cúbralos con sus familiares, si quiere”.

También dirigió a Lanús, Racing y Chacarita, sin grandes resultados. Luego de su gran etapa en River se fue a Talleres de Córdoba.

"Al irme de River, pensé que se terminaba el mundo, si hasta me quise pegar un tiro. Anduve como loco toda una noche sin poder dormir. Salí a dar vueltas por cualquier lado con el auto. No quería volver a mi casa. Unos días después llegó el llamado de Talleres, pero yo seguía pensando en River".

En 1983 se hizo cargo de Argentinos Juniors, donde armó el plantel que dos años después ganaría la Copa Libertadores de América.

El último partido como técnico de Ángel Labruna aconteció, por un determinismo histórico, en el estadio Monumental. Fue el 3 de septiembre de 1983 en el partido que River Plate y Argentinos Juniors empataron 1-1. 

Dos semanas después, a los 64 años, Labruna falleció de un paro cardíaco, mientras se recuperaba de una operación de vesícula. 

Uno de los técnicos más ganadores de la historia, que había entrado por última vez a una cancha, a su cancha, dirigiendo al equipo visitante.

Labruna fue, es y será River. 

El delantero de la joroba goleadora, el técnico sabio y gruñón, el que se tapaba la nariz cuando entraba a la Bombonera.

“Yo siempre viví de Boca. Gracias a ellos me hice famoso”.

Hoy es puente, es estatua y es recuerdo.

Y es el apellido más grande de la historia de uno de los clubes más grandes del universo fútbol.