Cuesta creer que sea posible engañar con una burda treta sin demasiada elaboración a los mejores. Cualquiera que se plantea hilvanar una mentira, trata armarla y sostenerla en un contexto medianamente adecuado; primero para evitar ser descubierto y segundo para evitar papelones. Es decir, si una persona finge ser un descomunal boxeador sin jamás haberse calzado unos guantes, seguramente no lo haga en la cara de Mike Tyson o Muhammad Ali.

Todas esas normas del sentido común fueron pasadas por alto por un osado futbolista amateur. Ali Dia cumplió el sueño del pibe y disputó 53 minutos con la camiseta de un equipo de la Premier League inglesa, sin tener las cualidades ni el recorrido como para tal proeza. Sin ser más que un amateur. Todo, gracias a un ingenioso llamado en el que un amigo jocoso se hizo pasar por su supuesto primo, nada menos que George Weah.

Antes que nada, para entender lo hondo que pudo calar la recomendación telefónica, es necesario contextualizar la importancia que tenía Weah como futbolista en ese entonces. Hacia fines de 1996, cuando todo el operativo montado por Dia se llevó a cabo, quien hoy es el presidente de Liberia, era uno de los mejores jugadores del mundo.

Había ganado en 1995 el Balón de Oro, había pasado de jugar en el Paris Saint-Germain a ser atacante del Milan, probablemente el gran equipo de la década, y se cansaba de romper las redes con su inconmensurable talento. Es decir, su voz era más que autorizada para sugerir a un futbolista y más a un delantero.

Un día de noviembre de 1996, sonó el teléfono de Graeme Souness, quien había sido una leyenda como mediocampista del Liverpool en la década del 80' y que para entonces dirigía al Southampton. Una persona se presentó muy amablemente como George Weah, el mejor jugador de todos, y le contó que tenía un primo de unas condiciones infalibles.

Curiosamente, la supuesta joya todavía sin descubrir era senegalés y no liberiano como su primo. La historia inventada fue que Dia había jugado con Weah en el PSG, que había pasado por la Segunda División de Alemania y hasta que tenía 13 partidos y un par de goles en la Selección de Senegal. Además, afirmaba tener 22 años, cuando en realidad ya había soplado 31 velitas.

Vista la situación desde la perspectiva del 2021, había muchísimos motivos para sospechar. Pero en aquel entonces la recomendación boca a boca era mucho más frecuente y los medios para chequear la información eran notoriamente más escasos. El entrenador escocés Souness había sufrido una ola de lesionados y necesitaba urgentemente futbolistas que llegaran a darle una mano ante tal situación, por lo que no dudó.

El africano llegó al club inglés con un contrato por tan sólo un mes. Comenzó a entrenar con sus compañeros y empezó a quedar claro que sus capacidades para la alta competencia era como mínimo escasas, pero otra vez un par de golpes de suerte jugaron a su favor.

Souness ya desconfiaba del talento de su refuerzo, asique se planteó ponerlo en un partido de la Reserva para ver como rendía antes de probarlo en la Primera. Tenía que entrar a la cancha e iba a verse que no estaba capacitado, pero, casi de manera milagrosa, una lluvia torrencial cayó sobre la ciudad. La cancha se inundó y no se pudo jugar.

Al entrenador, que no contaba con muchos jugadores a disposición, no le quedó otra que llevar a Dia al banco de suplentes de la Primera casi sin haberlo visto. Y encima, la fortuna otra vez le sonrío al jugador africano y le dio la espalda al DT. A los 32 minutos de la primera mitad, Matt Le Tissier, uno de los máximos ídolos de la historia del Southampton se lesionó y debió dejar el partido.

Sí, parece guionado, pero fue real. Souness llamó a Dia y lo mandó para la cancha. Lo que siguió fue un bochorno insalvable. Ya no hubo milagro que ayude al pobre senegalés a pasar con decoro el papelón al que se exponía. La verdad saltó a la luz de la manera más brusca posible: ante el inobjetable impacto de los hechos.

"Eso fue increíble. Parecía Bambi dando sus primeros pasos sobre hielo. Fue extremadamente vergonzoso verlo. Fue una situación muy extraña ", manifestó con sorna, mucho tiempo después, Le Tissier. Tan mala fue su actuación que pese a haber entrado sobre el final del primer tiempo, fue reemplazado en la segunda mitad. Su equipo perdió 2 a 0 con el Leeds.

Al día siguiente, el supuesto jugador senegalés recurrió al viejo y conocido "mentirón" y no se presentó a entrenar. El DT, Souness, llegó al club como una tromba dispuesto a triturar a Weah por su bochornosa recomendación. Lo llamó por teléfono, comenzó a cuestionarlo, pero ante el desconcierto evidente de su interlocutor, se frenó. Más calmo, el liberiano pudo contarle que no solo no conocía a ningún Ali Dia, sino que jamás lo había llamado por teléfono en la vida.

En el transcurso hasta que se reveló su mentira, el farsante futbolista brindó una entrevista con Sky Sports para ratificar su versión. Afirmó que si Weah lo había recomendado por algo era, y que tenía un mes por delante para mostrar sus condiciones. Pero, no pudo ser. Poco después el equipo le rescindió el contrato y todo empezó a salir a la luz.

Que no era jugador, que era estudiante de economía, que el llamado que supuestamente había hecho Weah lo había efectuado un compañero de la universidad, que nunca había jugado profesionalmente al fútbol y que apenas había tenido un par de experiencias poco exitosas en equipos amateurs de Francia.

Sin embargo, todavía hoy es una leyenda viviente. Es el hombre que pudo burlar a la que probablemente sea la liga más profesional del mundo. Aún es motivo de charlas y burlas entre los hinchas ingleses, que añoran tener una oportunidad de demostrar su inexistente talento en una cancha de la Premier League, tal como lo hizo Dia.