Alejandro Sabella nació en Buenos Aires, de chico era hincha de Boca y el fútbol fue su pasión.
Maravilló a todos jugando en GEBA. Y lo llevaron a River. Allí hizo las inferiores y llegó a Primera División en 1974. 

Lo hizo debutar Néstor Pipo Rossi en un partido ante All Boys el 3 de marzo, por la sexta fecha del Metropolitano que ganaría Newell’s con el gol inmortal de Mario Zanabria en el Gigante de Arroyito.

Ese partido se jugó en la cancha de Ferro y terminó 1-1. River formó con Fillol; Zuccarini, Quique Wolff, Tomate Pena y Héctor Gorrión López; JJ, Merlo y Alonso; Mastrángelo, Morete y Ghiso, reemplazado por Sabella.

En 1975 llegó Ángel Labruna y River pudo cortar la racha de 18 años sin títulos. Sabella formó parte del plantel, pero nunca llegó a afirmarse porque el dueño de la 10 era el indiscutido Beto Alonso.

Alejandro Sabella, uno de los buenos

A pesar de ello, en cuatro años bajo el mando de Don Ángel disputó 123 partidos y anotó 11 goles, el primero de ellos a Temperley en un 6-1.

Y se colgó tres títulos: Metro y Nacional 75, Metro 77.

Alonso fue transferido a Francia en el 76, sin embargo Sabella no pudo quedarse con su lugar, ya que River incorporó a un viejo conocido de Labruna: Víctor Marchetti. Alonso volvió en el 78 y Sabella empezó a irse.

Después del Mundial, Alejandro jugó un gran superclásico ante Boca y lo vio el técnico del Sheffield United inglés, Harry Haslam. Uno de los operadores de este pase fue un ídolo de Boca, Antonio Rattín, que era el representante del equipo inglés en Argentina.

El Sheffield hizo una campaña horrible y descendió a Tercera. Sabella pudo haberse ido a un club de la Premier, pero prefirió quedarse, lo que fue muy valorado por la hinchada que lo convirtió en símbolo: lo recibían con el canto “Alex – Sa- be – lla”.

Jugó en Tercera y luego pasó al Leeds para la temporada 80-81 de la primera división. Había cuatro argentinos allí: Ardiles y Villa en el Tothenham, Marangoni en el Sunderland y Sabella en el Leeds.

El Leeds lo recibió con el slogan “Samba with Sabella”. Empezó bien, pero el entrenador pretendía un juego de balón largo y a un toque, y Alejandro no calzó en ese sistema. 
En enero del 82, Sabella fue visitado por Carlos Salvador Bilardo quien lo convenció para que volviera a la Argentina para jugar en Estudiantes de La Plata.
Alex dejó un buen recuerdo en las islas y se volvió a los pagos.

ESTUDIANTES 

Bilardo construyó un súper equipo que lo llevaría a varios finales felices.
En el año 82, el torneo Nacional se jugó en la primera parte del año.
El 14 de febrero, Pachorra debutó en el Pincha ante el Talleres poderoso de Ángel Labruna en un 0-0, en La Plata.
Bertero; Lucho Malvárez (luego Julián Camino), Tata Brown, Gette y Abel Herrera; Héctor Vargas, Miguel Ángel Russo y Sabella; Gottardi, Trama y Gurrieri.
En Talleres jugaron, entre otros, JJ López, Pedro González, el Puma Morete y Miguel Oviedo.

Para el Metro 82 llegó Marcelo Trobbiani al equipo y se armó el cuadrado mágico: Ponce, Russo, Trobbiani y Sabella. 
Estudiantes ganó ese torneo y luego repetiría en el Nacional 83 ya dirigido por Eduardo Luján Manera. Sabella jugó 113 partidos y marcó 7 goles.

Para el 85 se fue a Gremio de Porto Alegre, donde jugó poco y nada.
Volvió a Estudiantes para el 86, pasó por Ferro y terminó en 1989 jugando para el Irapuato de México.

Alejandro Sabella jugó en la Selección Argentina 8 partidos.
Todos bajo la conducción de Carlos Bilardo.
El primero fue en el debut mismo del ciclo, en mayo del 83, en un 2-2 contra Chile.
Fillol; Carlos Arregui, Ruggeri, Trossero y Olarticoechea; Giusti, Marangoni, Alonso y Burruchaga (68’ Sabella); Gabriel Calderón y Gareca.

EL TÉCNICO 

Alejandro Sabella hizo un trayecto muy raro como entrenador. 
Formó parte del cuerpo técnico de Daniel Passarella durante …17 años.
Pasó por River, la Selección Argentina, la de Uruguay, el Parma de Italia, Monterrey de México, Corinthians de Brasil y River nuevamente.

Recién se largó como entrenador principal ante la propuesta de Estudiantes de La Plata. 
El 15 de marzo de 2009 firmó el contrato para reemplazar a Leonardo Astrada y debutó cuatro días después en un partido de Copa Libertadores ante el Deportivo Quito en el estadio Ciudad de La Plata.

El primer equipo de Sabella entrenador fue: Andújar; Angeleri, Alayes, Desábato y Cellay; Enzo Pérez, Braña, Verón y Leandro Benítez; Gata Fernández y Mauro Boselli.

Luego de superar la fase de grupos, Estudiantes eliminó en octavos a Libertad del Paraguay, en cuartos a Defensor Sporting, en semifinales a Nacional de Montevideo y en la final, tras empatar 0-0 como local, logró la hazaña ganándole 2-1 al Cruzeiro en el Mineirao con goles de la Gata y Boselli.

Estuvo cerca de otra hazaña a fines de ese 2009 en el Mundial de Clubes disputado en Emiratos Árabes. Luego de eliminar al Pohang de Corea del Sur jugó la final contra el fantástico Barcelona de Guardiola con Messi, Henry, Ibrahimovic, Xavi, Dani Alves…
Estudiantes se puso en ventaja con gol de Boselli pero cuando faltaban dos minutos igualó Pedro y Messi de pecho le dio la victoria al Barca en el suplementario.

Luego de ganar el Apertura 2010 con el Pincha le llegó el turno de la Selección Argentina, ni más ni menos.
Debutó el 2 de septiembre de 2011 en Calcuta, India, ganándole a Venezuela 1-0 con gol de Otamendi.

Alejandro Sabella, uno de los buenos

Ese primer equipo con Sabella como entrenador fue: Romero; Zabaleta, Demichelis, Otamendi y Rojo; Lucho González, Mascherano y Ricky Álvarez; Messi, Higuaín y Di María.

Argentina se clasificó para el Mundial de Brasil de la mano de “Pachorra” y en el mismísimo Mundial llegó hasta la final perdiendo 1-0 ante Alemania en el suplementario. Ese 13 de julio de 2014, en el Maracaná, dirigió su último partido.

Después fue perseguido por varios problemas de salud. Estuvo a punto de dirigir a la Selección de Arabia Saudita, pero terminó rechazando la oferta.

El día de la muerte de Diego Maradona, Sabella se descompensó y fue internado. Allí contrajo un virus que complicó su situación y falleció el 8 de diciembre del impiadoso 2020.

Alejandro Sabella, indudablemente uno de los buenos.