El 17 de agosto de 2015, Lionel Andrés Messi escribió la primera página de su gloriosa novela con la Selección Argentina, que afortunadamente todavía no tuvo su final. Sin embargo, ese debut estuvo muy lejos de ser el ideal: la “Pulga” entró en el segundo tiempo y fue expulsado a los 45 segundos de haber ingresado.

Para ese entonces, tan solo habían pasado un mes y algunos días del torneo que puso al rosarino en boca de todos los argentinos. El 2 de julio de ese año, fue campeón del Mundial sub 20 de Países Bajos, un torneo en el que arrancó como suplente de Pablo Vitti y Gustavo Oberman y terminó como goleador y mejor jugador.

Todos los hinchas pedían que aquel chico que había hecho un torneo juvenil inolvidable, con actuaciones muy destacadas frente a Brasil en la semifinal y ante Nigeria en la final, se acoplara a la mayor, que dirigía José Pekerman. El ciclo del reconocido entrenador de juveniles había empezado en octubre de 2004 con una actuación fenomenal frente a Uruguay por Eliminatorias.

Ya para mediados de 2005 comenzaba a perfilarse parte del plantel que iba a jugar en el Mundial de Alemania, aunque había tiempo para pruebas. Aquel 17 de agosto contra Hungría el equipo formó con Leonardo Franco; Lionel Scaloni, Roberto Ayala, Gabriel Heinze, Juan Pablo Sorín; Lucho González, Lucas Bernardi, Maximiliano Rodríguez; Andrés D'Alessandro; Lisandro López y Hernán Crespo. Sólo tres de ellos (Bernardi, D'Alessandro y López) no fueron convocados a la cita máxima.

En un encuentro parejo, la Albiceleste comenzó en ventaja con un gol de cabeza de Maxi Rodríguez. Poco después, Sandor Torghelle anticipó en el primer palo tras un centro bajo e igualó para los europeos. Ya en el segundo tiempo, Heinze puso el 2 a 1 tras un córner.

Argentina estaba en ventaja y con un panorama tranquilo por delante, lo que significaba un escenario ideal para que el juvenil al que todos querían ver hiciera su debut. Apenas después del segundo tanto, Messi saltó a la cancha en lugar de Licha López. 

50 segundos más tarde, en la segunda pelota que tocaba, el jugador que por entonces hacía sus primeros pasos en el Barcelona se sacó a un rival fácilmente de encima, pero fue sujetado de la camiseta y reaccionó mal: revoleo excesivamente sus brazos y golpeo a su marcador. En el marco de un amistoso, podría haberse resuelto con una amarilla, pero el estricto alemán Marcus Merk decidió amonestar al húngaro y echar al argentino.

"Ni lo toqué. Tenía 18 años, entré y me echaron. Pensé 'acá no me van a llamar más'. Ese día fue terrible", recordó el actual capitán de la Selección en una entrevista concedida a TyC Sports varios años después. A nadie se le cruzó por la cabeza tomar una decisión tan drástica y el por entonces 18, que de la mano de Diego Maradona se transformó en el 10, tuvo muchas chances más para mostrar su talento y hasta alzar dos títulos con la camiseta nacional.