Alguna vez escuché, en una discusión entre un argentino y un catalán, esta frase de boca del compatriota: "Sin el enano nuestro ustedes no eran nada y cuando se vaya vuelven a ser nada". Cariñosamente se refería a Lionel Messi, con esa forma particular en que se manifiesta el afecto en estos lares. No le pudo responder el Catalán.

Antes del surgimiento rutilante de Lionel Messi, el Barcelona tenía una sola Champions League, algo así como dos menos que Copas Libertadores tiene Olimpia de Paraguay. Messi le dio cuatro.

No tenía copas intercontinentales, algo así como una menos que Estudiantes de la Plata. Con Messi ganó tres mundiales de clubes. 

A lo largo de historia, desde su fundación cerca del 1900 hasta 2005, en casi un siglo, el Barcelona había ganado 16 títulos de Liga. Con Messi, en 15 años, sumo 10 títulos mas y dejó de ser abochornado constante por el Real Madrid. Tenía 5 supercopas de España y con Messi llegó a 13.

Es cierto, Messi convivió con una gran generación, pero fue el que hizo la diferencia. La Liga española parece apuntar a transformarse en algo similar a la francesa, una liga de un equipo, donde muy periódicamente, gana algo algún otro.