En un año electoral, todo vale. Hasta jactarse de haber conseguido, desde enero de 2017, “más que casi cualquier otro gobierno en la historia de Estados Unidos". Un exceso de egolatría propio de un mitin de campaña o del discurso anual del Estado de la Unión frente a ambas cámaras del Congreso, no de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) frente a jefes de Estado y de gobierno de 193 países. Donald Trump se permitió elogiarse a sí mismo mientras embestía contra la globalización y el multilateralismo, acentuando su discurso nacionalista y proteccionista, y descargaba munición pesada contra Irán, por patrocinar el terrorismo, y contra China, por distorsionar el mercado.

De tildar en 2017 a Kim Jong-un de “hombre cohete” pasó a calificar de “dictadura corrupta” al régimen teocrático iraní después de haber roto el acuerdo de desnuclearización que firmó el gobierno de Barack Obama con Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania. Licencias poéticas. La comparecencia de Trump coincidió, a su vez, con otra guerra. La de los aranceles con China, por más que haya llamado “amigo” a su presidente, Xi Jinping. De la amenaza pasó a la acción, gravando los productos chinos que importa Estados Unidos por 200.000 millones de dólares y prometiendo otros 267.000 millones más. Una escalada que incluye sanciones financieras por la compra de aviones y sistemas de defensa a Rusia.

La transacción viola la Ley para Contrarrestar a Adversarios de Estados Unidos mediante Sanciones (Caatsa, sus siglas en inglés), aprobada en agosto de 2017. Está destinada a multar al gobierno de Vladimir Putin por su injerencia en las elecciones norteamericanas de 2016, por subvertir la democracia en Europa y por la anexión de Crimea, así como eventualmente a Irán y a Corea del Norte (apadrinado por China). Eso de poner en raya a China, embarcada en el Cinturón y la Ruta de la Seda y en desplazar a Estados Unidos del liderazgo mundial, suena bien en algunos oídos. En los de la base electoral de Trump, sobre todo granjeros e industriales que ven florecer la economía.

La nueva Guerra Fría es económica, más allá de su ingrediente político. Estados Unidos tiene una ventaja sobre China: le compra más de lo que le vende. La carta en la manga de Xi, a pesar de la rendija que ve Trump en el decrecimiento de su economía, se llama Made in China 2025. Se trata de un plan para dominar áreas en las cuales han sido pioneros los norteamericanos y los europeos, como la tecnología, la inteligencia artificial y la robótica. ¿Cómo lo contrarresta Trump? Con el pase facturas por el robo de propiedad intelectual, la transferencia de tecnología a compañías extranjeras y el dinero perdido por su país en la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Las elecciones de medio término, en noviembre, pesan mucho. Las filas republicanas, que responden en algunos casos a regañadientes a Trump, dominan ambas cámaras del Congreso. Podrían perder la mayoría en la Cámara de Representantes, donde los demócratas, con apenas 23 escaños más, afilan los colmillos para iniciarle un impeachment (juicio político). En ese ámbito necesitarían el 51 por ciento de los votos, pero en el Senado deberían ser los dos tercios. Cifra, en apariencia, inalcanzable. Tan inalcanzable como el impacto en los precios al consumidor norteamericano de los aranceles impuestos a China, de modo de reforzar el discurso nacionalista.

Una treta que, al margen de la tribuna elegida y del impacto en los precios de la cadena de supermercados Walmart, no encuentra oposición entre los demócratas, más preocupados en preservar el liderazgo global y en frustrar el ascenso de China que en sus réditos políticos de corto plazo. Bienes de baja gama, como zapatos y juguetes, pueden proceder de India o de Vietnam. El armado de equipos electrónicos puede hacerse en México o Corea del Sur. Xi reforzó su poder en el XIX Congreso del Partido Comunista Chino con la misión de impulsar el renacimiento de China. No puede ceder, pero tampoco puede negociar con un “amigo” volátil dispuesto a desmantelar todo. Hasta la OMC, de ser necesario

Jorge Elías

Twitter: @JorgeEliasInter | @Elinterin
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