Donald Trump demostró una vez más que no distingue entre aliados y contendientes. O peor aún: desautoriza a supuestos aliados como la canciller Angela Merkel, acusando de Alemania de ser “cautiva de Rusia” por su dependencia energética, y se deshace en alabanzas a contendientes declarados como el líder norcoreano Kim Jong-un, envalentonado con sus ensayos nucleares. Trump se siente más identificado con ese estilo, el autoritario, también representado por Vladimir Putin y Recep Tayip Erdogan, o, en virtud de su experiencia en el mercado inmobiliario, prefiere perjudicar al vecino en lugar de favorecerlo.