Sol, vino y arqueología conforman el excepcional paisaje de San Juan, la sede de la Copa América menos apasionada por el fútbol.

Si bien es la menos futbolera de las ocho ciudades argentinas que albergarán la Copa América 2011, San Juan ya cuenta los días para recibir al que quedará grabado como uno de los acontecimientos deportivos más importante de su historia.

La "Ciudad Oasis", como la llaman por la árida región que la circunda, es la "meca" del hockey sobre patines y es considerada la "capital nacional" del ciclismo por ser la cuna de grandes pedalistas y tener el calendario de pista y ruta más extenso del país.

Capital de la provincia homónima, San Juan comparte no sólo el clima desértico con sus vecinas Mendoza y San Luis, todas integrantes de la Región de Cuyo, sino también una identidad cultural y económica, de sustento agrícola.

Es la tierra del sol, pero también del buen vino, del turismo arqueológico y de la minería, que ha contribuido al desarrollo socioeconómico de la provincia pero a su vez ha desatado una fuerte resistencia social.

BENDECIDA POR LOS ANDES.

La apacible ciudad de San Juan está situada a pie de la Cordillera de Los Andes, en el Valle del Tulum, a 650 metros sobre el nivel del mar y 1.100 kilómetros al oeste de Buenos Aires.

Como explica Nilda Ferreyra, subdirectora de la Casa de San Juan en Buenos Aires, "tenemos el encanto de ser desierto y oasis, y somos una tierra bendecida por la Cordillera de los Andes, imponente".

Para el viajero, relata Ferreyra a Efe, es apasionante recorrer San Juan por su diversidad paisajística: desierto, montaña y valle.

Fundada en 1562 por el español Juan Jufré bajo el nombre de San Juan de la Frontera, su fisonomía urbana, de estilo colonial, cambió dramáticamente el 15 de enero de 1944, cuando un devastador terremoto (de 7,8 grados en la escala de Richter) redujo la ciudad a ruinas.

La peor tragedia natural de Argentina en el siglo XX, como se ha considerado a este hecho, se cobró unas 10.000 víctimas y acabó con el rico patrimonio arquitectónico de la ciudad con la destrucción de los Palacios Episcopal y de Justicia, la Casa España, la Iglesia Santo Domingo y la fachada de la Catedral.

No fue fácil la reconstrucción. Duró casi hasta 1960, pero llevó a la capital sanjuanina aires de modernidad, calles amplias y una densa forestación de árboles nutridos con una planificada y característica red de acequias.

Con unos 110.000 habitantes, San Juan ofrece al visitante edificios emblemáticos, como la Antigua Bodega -uno de los pocos inmuebles que se salvó del terremoto-, que fue abandonado durante décadas hasta que a finales de los años 80 retomó su actividad como bodega.

Otro icono de la ciudad es la casa natal del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), reconocido tanto por su laboriosa lucha en favor de la educación pública como por su contribución al progreso científico y cultural del país.

EL VALLE DE LA LUNA.

A los amantes de la cultura, San Juan les regala el Auditorio Juan Victoria, el más activo del país y uno de los más reconocidos por su excepcional acústica, y la Biblioteca Franklin, la más antigua de Sudamérica (1886).
Pero, fuera de los límites de la capital, San Juan ofrece un sinnúmero de actividades turísticas, como el magnífico Parque de Ischigualasto, una reserva paleontológica de incalculable valor científico, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

Ubicado a unos 300 kilómetros de la ciudad, el parque, conocido también como Valle de la Luna, es conocido en todo el mundo por la existencia de fósiles de reptiles y dinosaurios que se extinguieron hace más de 70 millones de años.

"Ischigualasto es un motivo de orgullo para nosotros. Basta con que los paleontólogos se pongan a trabajar para que comiencen a encontrar cantidades de restos fósiles de una riqueza extraordinaria", asegura Ferreyra. "Cuando uno está dentro del parque tiene la sensación de que está parado en otro planeta", añade.

Los observatorios astronómicos salpicados por la provincia ofrecen una excelente opción para los amantes del turismo científico en una zona donde, apunta Ferreyra, "el cielo es diáfano y tenemos 300 días de "heliofanía". En la noche parece que millones de estrellas se te cayeran encima".

Aunque, más allá de sus paisajes únicos, Nilda Ferreyra recomienda una visita a San Juan para conocer a sus vecinos: "Somos un pueblo muy amable y sencillo, y nos gusta recibir visitas".

Por Carlos Werd