Apenas la mitad de las personas de treinta años de los Estados Unidos gana más que sus padres cuando tenían su edad, según un estudio de las universidades de Stanford, Harvard y California. Se trata de una caída descomunal frente al promedio de comienzos de la década del setenta, cuando los ingresos de casi todos los hijos superaban los de sus progenitores. La falta de empleo y las magras remuneraciones, sobre todo las de los jóvenes a pesar de haber recibido mejor formación que sus mayores, nublan el horizonte. Entonces,  ¿Dónde queda el Primer Mundo?