Una vez mas el gobierno dio un paso en falso mientras estaba subiendo por la escalera de las encuestas. Hay una patología recurrente en el matrimonio Kirchner que los lleva a boicotearse a si mismos todo el tiempo. No hay un dirigente en la Argentina que tenga tanta capacidad de erosionar la imagen de la presidenta como su propio esposo. Una vez más el jefe de la jefa de estado obligó a Cristina Fernández a exponerse durante 70 minutos en cadena nacional para hacer una ostentación de debilidad política y para construir un castillo de naipes que terminó de caerse a pedazos con el testimonio demoledor del hermano de David Graiver. Siempre dijimos que era muy difícil asociar “la verdad”, como habían bautizado al informe a la figura de Guillermo Moreno que es la cara de la mentira.

Es la imagen de la malversación de las estadísticas públicas. El encargado de falsear la realidad para construir un relato a medida de las necesidades de los Kirchner. Los periodistas oficiales y paraoficiales anunciaron que iba a tronar el escarmiento. Los machos del off the record como dice Scioli, aseguraban que Hector Magnetto y Bartolomé Mitre iban a ser encarcelados y que Papel Prensa iba a ser expropiada. Sobrevendieron tanto el misil contra Clarín y La Nación que ayer la puesta en escena de la Casa Rosada pareció una masita a las manos del arquero. ¿Qué les pasó? ¿La idea fue atemorizar y nada más? ¿Tuvieron que dar marcha atrás porque se encontraron con la cerrada crítica de todo el arco opositor? ¿Sabían que la verdad histórica la iba a contar Isidoro Graiver y por eso clavaron los frenos? ¿O el gobierno en lugar de atender los problemas concretos de los argentinos sigue improvisando gestos espasmódicos disfrazados de epopeyas revolucionarias con el único fin de controlar a los medios de comunicación que no se arrodillan ante sus órdenes? Ayer el gobierno salió lastimado de la emboscada en la que se metió solito.

Perdió fortaleza. Apenas pudieron convocar a los cautivos, a los muy convencidos. El vicepresidente Julio Cobos, no fue invitado, por supuesto. Pero ni el que le sigue en la línea sucesoria dijo presente. La ausencia del senador Jose Pampuro por un “oportuno” malestar de salud fue todo un síntoma de que hay sectores que no están dispuestos a seguir aceptando las extorsiones del kirchnerismo. Que hay un límite para todo. Por primera vez en muchísimos años los empresarios expresaron mediante un comunicado su decisión unánime de no aceptar la invitación ni el apriete del gobierno. Ni siquiera estuvieron los que más negocios y más dinero han hecho con los Kirchner.

Es que han tirado demasiado de la cuerda en muchos aspectos. Hay cierta fatiga en muchos sectores de la sociedad que empieza a superar los miedos y a expresarse públicamente. Los documentos mostrados por la presidenta no tuvieron solidez para semejantes acusaciones ni revelaron grandes secretos como se había anticipado. Hubo una mesa repleta de expedientes, papeles y papelitos de todo tipo para que la televisión los enfocara. Amagaron con tirar un león feroz a la arena y aparecieron con un gatito de morondanga. Quisieron atacar a Papel Prensa pero hicieron un verdadero papelón.