Otra vez sopa, otra vez soja. Una vez mas la presidenta de la Nación apuntó contra los productores agropecuarios y los convirtió en chivos expiatorios. Los señaló con su dedito, les dijo a los que no están liquidando la soja, que ya se dio cuenta y que sabe lo que están haciendo. En lugar de mirar hacia adentro de su gobierno para comprender que es lo que está pasando, como hizo tantas veces, Cristina Fernández prefirió poner el problema afuera. La culpa siempre la tienen los demás.
 
Ella dice la patria es el otro. Pero piensa que el problema es el otro. Es que es muy difícil reconocer los graves errores que han cometido en distintos rubros. Pero sobre todo en la relación con el campo al que siempre consideraron un enemigo a vencer y nunca un aliado para convertirlo en la locomotora del crecimiento nacional.

La bronca apareció porque si bien la recaudación impositiva de mayo creció un 27,4%, los derechos de exportación de la soja bajaron un 6, 4%. ¿Se entiende? La recaudación impulsada por el peor impuesto, por el que mas castiga a los pobres que es la inflación, creció el 27,4% y lo que el gobierno embolsa por las retenciones agropecuarias cayó un 6,4% en mayo y un 12 % en los primeros 5 meses del año. Por eso Cristina dijo que no lograron batir el record de recaudación por culpa del campo. De los sojeros. Menos mal que no recordó la pelea por la 125, el voto no positivo de Cobos ni la caracterización peyorativa de yuyito para una oleaginosa que es la fábrica mas grande de dólares que tiene este país.

Tiene razón, el senador Carlos Reuteman que también es productor agropecuario. Dijo que la presidenta “es como un toro que baja la cabeza y embiste contra todos”. Lo comentamos ayer: es increíble como la presidenta tiene esa compulsión por dividir con la letra “y” en lugar de unir con la letra “o”. No puede ser el campo y el gobierno. Tiene que ser el campo o el gobierno. No puede ser Colón y Juana Azurduy. Tiene que ser excluyente la cosa: Colon o Azurduy. ¿No comprende que una de las obligaciones de todo estadista es cumplir con el mandato constitucional de preservar la paz social. Es raro que esto ocurra de esta manera porque las grandes batallas de este tipo el gobierno las perdió. Fue derrotado por el campo en las calles, en el Congreso y en las urnas en el 2009. Aunque es verdad que se recuperó con fuerza en el 2011. Pero la discriminación contra el campo no desapareció. La brecha no se cerró. Esa herida sigue abierta. Y en cualquier momento aparece como ayer.
 
Con esa extorsión política, con esa amenaza que les dice por televisión que ella sabe lo que están haciendo. Como si vender ahora o mañana fuera una orden de un gobierno. Como si se pudiera obligar a cualquier empresario a que pierda plata y venda cuando le conviene al gobierno. Encima dijo que habían instalado un federalismo nunca visto cuando es exactamente al revés. De cada 100 pesos que se recaudan, 76 van al bolsillo del gobierno nacional y solo 24 se reparten entre las provincias. Es el gobierno más unitario desde 1983. Se nutre de la riqueza de la producción de los pueblos del interior y es muy poco lo que vuelve. Es que los dirigentes del campo no se quedan callados y protestan. El martes pasado ya mostraron la realidad de lo poco que recibe un productor y lo mucho que pagan los consumidores en la góndola del supermercado. Y es probable que haya mas medidas de fuerza. Dicen que se viene un paro de comercialización.

Es insólito: se amenaza a los que trabajan la tierra porque no liquidan su cosechas y se felicita y se perdona a todos los que traen para lavar dinero negro producto de algún delito. Se castiga a la producción y se premia la corrupción. Asi nos va. Por eso hay cada vez menos leche, menos carne y menos pan. Por esa mala praxis el flete de Salta a Rosario cuesta lo mismo que de Rosario a Turquía. Por eso el campo invierte 65 mil millones de dólares por año y aportó al estado nacional, solo en granos casi 70 mil millones de dólares en la década ganada por los capitalistas amigos de Cristina. Por eso el campo está cansado de tanto maltrato y de tanta venganza. Está cansado de ser estigmatizado. Está harto de ser un campo de batalla donde solo se siembran vientos.