Nilda Garré, la flamante ministra de Seguridad arrancó muy bien porque dijo que hay sensación pero que también hay inseguridad. Ambas cosas son ciertas, la sensación y la inseguridad. Con todo respeto uno podría decir: chocolate por la noticia.

Respeto por la doctora Garré que hizo un buen trabajo en Defensa, silencioso, eficiente y democratizador. Pero chocolate porque pertenece a un gobierno y a un proyecto como el de los Kirchner que durante mucho tiempo prohibió que sus ministros y militantes utilizaran esa palabra maldita.

Es muy difícil encontrar en algún discurso de la presidenta o del ex presidente la palabra inseguridad. Era producto de ese infantilismo de creer que lo que no se nombra no existe.

Hoy pasa lo mismo con la palabra inflación. Es mas, durante varios años los periodistas o los políticos que se atrevían a decir lo que es obvio, que la inseguridad existe y es la principal preocupación de la mayoría de los argentinos, eran descalificados como fascistas y adoradores de la mano dura. Era un tema que no se podía ni mencionar.

Recuerdo que un día enojado, hice una columna sobre el tema, después de un Rosario de crímenes gravísimos que terminaba diciendo: sensación, las pelotas. La negación era monolítica. Los periodistas adictos al gobierno acusaban de amarillos y sensacionalistas a los que se atrevían a tocar estos temas.

Costaba mucho explicarle que la seguridad es el primer derecho humano. Porque es el derecho a vivir en paz y tranquilidad con nuestros hijos y nuestras familias. Y que los delincuentes son delincuentes y no revolucionarios convertidos en los Robin Hood modernos. Sobre todo porque los principales perjudicados de los robos y los crímenes siempre fueron los mas humildes. Por una razón muy contundente: porque son los que menos recursos tienen para protegerse.

Los argentinos con mejor situación económica apelan a las alarmas, las rejas y la seguridad privada entre otras soluciones. Pero la persona honesta que trabaja y llega con esfuerzo a fin de mes suele vivir en barrios donde no hay luz, no hay policía y donde se nota más la ausencia protectora del estado.

Eran y son tan dogmáticos y cerrados los presuntos progresistas que creían y todavía creen que la pelea por mayor seguridad es una bandera de la derecha que se pusieron en contra a los sectores populares que pretenden representar.

Hoy se nota un cambio por lo menos en el discurso. La presidenta hablo de seguridad democrática. De garantizar la ley como manda la Constitución. De atender las demandas y dejar de mirar para otro lado.

Hay una nueva corriente que sabe que es posible combatir la droga, los secuestros, la corrupción policial y civil, los crímenes y los robos sin violar la ley, sin utilizar el gatillo fácil ni la tortura. Fue bastante clara aquella consigna que decía: ni mano dura ni mano blanda, mano justa.

La plena vigencia de la democracia y la justicia debe contener siempre la lucha a fondo y sin contemplaciones contra el delito. La ministra Garré también dijo que va a combatir la corrupción policial y el salvajismo represivo descontrolado. Bienvenidas estas palabras y ojalá se verifiquen en la práctica cotidiana lo antes posible. Es un tiro por elevación de Garré contra Aníbal Fernández porque es como decir que hasta ahora no se hizo nada de eso.

Es como responsabilizar a Fernández por la represión brutal de Villa Soldatti, por la zona liberada que permitió el asesinato de Mariano Ferreyra y por los negocios sucios de algunos jefes policiales. Pero también es como empezar una nueva etapa que promete mejores horizontes.

Atacar de verdad la inseguridad, con honradez y eficiencia y sin desbordes es atender los reclamos sociales. Ojalá lo cumplan. Hace más de 7 años que el kirchnerismo está en el poder. Más vale tarde que nunca.
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