“Este es el momento de menor libertad de prensa en la Argentina desde 1983. Practico profesionalmente y en forma cotidiana el periodismo y el análisis político desde ese año de la recuperación democrática tanto en la prensa audiovisual como en la gráfica. Mi propia experiencia y los comentarios de mis pares me llevan a esta grave conclusión para la salud republicana, cuya responsabilidad le cabe al presidente Néstor Kirchner”.

Acabo de leer textualmente el comienzo de una columna que el diario La Nación me publicó en su tapa del sábado 14 de octubre de 2006. Si este era mi pensamiento hace seis años y cuatro meses, se puede imaginar lo que pienso ahora que Cristina perfeccionó el plan sistemático para reducir a la servidumbre a los medios de comunicación. Les recuerdo a los oyentes que en octubre de 2006 el grupo Clarín estaba en pleno romance con el gobierno K y la batalla contra el campo por la 125 aún no existía ni en la imaginación de nadie.


En aquel texto del que me siento orgulloso hice una suerte de lista de los mecanismos que Néstor Kirchner utilizaba con “feroz eficiencia y sin ninguna culpa, tal como ejerce el poder”.

Ya en ese entonces enumeré a las agresiones de hecho a varios cronistas, los señalamientos del presidente de periodistas con nombre y apellido, con la brutal desproporción y peligro de incitación a la violencia que eso implica, la utilización de la billetera de todos los contribuyentes que premia o castiga con la pauta publicitaria, el manejo arbitrario y discrecional de las licencias para los medios audiovisuales, la utilización de la SIDE como productora de contenidos y carpetazos para perjudicar a tal o cual hombre de prensa, entre otras muchas.


Pero lo mas original del aporte kirchnerista a la censura y acoso al periodismo independiente fue narrado en el punto tres de aquella nota, repito, de octubre de 2006 y decía textualmente: “ Privados de publicidad. El chiste habla de barrios privados. Sí, privados de luz, privados de gas, etc. La realidad habla de un límite que ningún otro gobierno se había atrevido a cruzar. En esto, a nivel nacional, Kirchner debe ser un pionero.

Se trata de la presión gubernamental que se ejerce sobre algunos anunciantes privados para que no auspicien a tal o cual periodista o programa o medio. Se puede asegurar que por lo menos dos importantes empresas (una petrolera y otra telefónica) sufrieron ese mecanismo desmesurado aunque sólo una de ellas cedió”.

A finales del año pasado, cuando vino la misión de la SIP tuve que exponer durante cinco minutos en el Senado de la Nación. Otros colegas como Lanata, Nelson Castro y Magdalena habían hecho una radiografía muy certera de los ataques del gobierno y como el tiempo era tan escaso elegí denunciar un solo tema. Otra vez el que me pareció mas original en la creatividad para el autoritarismo que demostró el kirchnerismo. Insistí con la extorsión de estado sobre los empresarios privados.

Los obligaban a que no hicieran publicidad en los medios independientes y que colocaran sus avisos en los diarios, radios y canales oficiales y paraoficiales aunque eso fuera contra el propio negocio de los anunciantes porque, como ya se sabe, ningún producto kirchnerista de medios fue exitoso.

No hay programa de radio, televisión o diarios o revistas que tenga un rating o una venta aunque sea digna. Todos son subvencionados con el dinero de los 40 millones de argentinos y ahora, de los empresarios privados que colaboran con la causa.

En increíble que una presidenta que sacó 12 millones de votos no tenga un solo medio de comunicación que acuse peso en la balanza. Eso es básicamente, por la absoluta ineficiencia e incapacidad de los dueños de esos medios que contratan chupamedias y porque Cristina no tolera un periodista del palo que haga aunque sea una crítica suave. Cristina le exige a sus periodistas la misma subordinación y valor y el mismo verticalismo que a sus dirigentes partidarios.

Hoy con la autoría material de Guillermo Moreno el gobierno sofisticó sus mecanismos de censura de la publicidad. Porque la publicidad también es información para el consumidor. Y encima, al prohibir a los empresarios que publiciten sus productos en donde quieran, asfixian económicamente a los medios independientes.

La idea es la misma de siempre. Lo hicieron en YPF y en Ciccone. Desde el estado bombardean a esas empresas hasta colocarlas contra la pared. Cuando ya no pueden mas y se arrodillan, les hacen una oferta y algún amigo o el propio estado las compra a precio vil. Quieren hacer lo mismo con los medios. Comprarlos todos. Hacer realidad la consigna: vamos por todo.

La libertad es el principal insumo del periodismo. Es la condición necesaria para su existencia. De lo contrario hay solo propaganda. Hoy reafirmo el concepto y lo multiplico por mil. Estamos transitando el peor momento de la libertad de prensa desde que enterramos a la dictadura militar. Nunca nadie se atrevió a tanto. Cristina lo hizo.