Menudo berrinche montó Donald Trump, obstinado en no concederle la victoria a Joe Biden y en insistir en las denuncias de fraude en las elecciones. La purga en la Casa Blanca empezó con el jefe del Pentágono, Mark Esper, fired (despedido) por no haber enviado tropas para contener los disturbios contra la brutalidad policial tras el asesinado de George Floyd, y continuó con el director de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, Christopher Krebs, en el cadalso por haber opinado que las elecciones resultaron ser “las más seguras en la historia de Estados Unidos".