En 2015, un racista blanco asesinó a nueve afroamericanos en Estados Unidos. Asistían a un servicio en la Iglesia Africana Metodista Episcopal de Charleston, Carolina del Sur. La matanza a tiros disparó un debate: ¿fue un acto terrorista o un crimen de odio? De haber sido un musulmán, como el conductor de la furgoneta que arrolló a decenas de personas en Barcelona, habría sido tildado de terrorista. Por haber sido un defensor de la supremacía blanca le cupo el mote de criminal, como al racista que lanzó su coche contra la multitud que exigía retirar la estatua del general esclavista Robert Lee en Charlottesville, Virginia, el 12 de agosto.