Una gripecita, como llama Jair Bolsonaro al coronavirus, no amenaza a la humanidad ni frena la economía global. De tratarse de algo pasajero, en Brasil no hubieran cavado fosas comunes para las víctimas ni la mayoría de los 27 gobernadores estaría en vilo frente al efecto devastador de la pandemia. La veta política de un gobierno de porte militar llevó al ministro de Exteriores, Ernesto Araújo, a tomar del libro Pandemic! COVID-19 shakes the world (¡Pandemia! COVID-19 sacude al mundo), del filósofo esvoleno Slavoj Žižek, una tesis alucinante. La de un plan de instaurar el comunismo “sin naciones ni libertad” y crear “un gran campo de concentración”.