Michel Temer ha decidido prolongar el suspenso: “Não renunciarei”. Lo dijo dos veces. Una para los demás. La otra para sí mismo. Para convencerlos y convencerse, quizá. Su gestión parece ajustarse al guion de las telenovelas de romance y de comedia de la tarde y de melodrama de la noche. Un clásico de Brasil desde los años cincuenta capaz de mover los horarios de la misa y del fútbol.