Canal 7 ofreció ayer (24/5) un gran momento de televisión en su programa 6-7-8. El notable productor Diego Gvirtz (TVR, Duro de Domar, antes Indomables) tuvo la cintura profesional de cortar la monotonía ideológica del programa e invitar a Beatriz Sarlo, una de las intelectuales más brillantes de la Argentina y crítica acérrima de las políticas del gobierno.

Su homenaje póstumo a Néstor Kirchner (http://www.lanacion.com.ar/1319325) ha sido en mi opinión uno de los más emocionantes, aun desde su franca oposición. La presencia de Sarlo en 6-7-8 sacudió hasta el tuétano la estructura argumentativa que suele aplicar el programa y mostró, una vez más, el talento de Gvirtz para inyectarle una ráfaga de electricidad a su producto estrella.

De entrada, nomás, en su primera participación, Sarlo aplicó un mazazo de tal magnitud que todo el resto del programa no fue otra cosa que el intento de los panelistas de responder a ese golpe con la solvencia que se espera de ellos. Sobre el informe referido a las protestas de los “indignados” en España, dijo Sarlo: “Este informe sobre la cobertura de prensa es lo que opino sobre todos los informes de este programa: presentan recortes en los cuales faltan las fuentes y repiten siempre los mismos mensajes.” El mensaje, esta vez, era un estribillo referido a la manipulación que hacen de los medios las élites. “Ustedes también son una élite”, dijo Sarlo a los integrantes de la mesa. “O acaso no pertenece a una élite Horacio Verbitsky.”

Dio una pequeña clase sobre las diferentes formas de llegar a la democracia: caso Chile, caso Uruguay, caso Brasil. Describió con detalles estilos periodísticos de medios latinoamericanos y europeos. Propuso una manera de conmemorar la tragedia argentina de los setenta en la apertura de cada Mundial de fútbol. No adhirió al ataque que se le hizo a Gelblung por su “pasado” como director de Gente, y en cambio habló de lo que llamó “la mecánica del periodismo”. Dijo no entender esa clase de condena. “¿Qué esperan, que todos los empleados de Clarín renuncien?” En un solo momento estuvo a punto de montar en cólera, ante un comentario de Orlando Barone. “A mí no, Barone. Vos trabajaste en Extra en los 90 y también en La Nación. Yo no te voy a preguntar por eso.”

Si algo le faltaba a 6-7-8 era un debate con esta clase de energía, una demostración de coraje y (me encanta esta expresión) honestidad intelectual, como para invitar a debatir a una figura de semejante estatura académica, solvencia mediática y sentido del humor.