¿Qué le pasa al gobierno nacional? Desde el miércoles pasado no deja torpeza por cometer. ¿Cuál es el motivo de semejante cadena de disparates en un tema tan grave que indigna y enluta a los 40 millones de argentinos? Desde que el siniestro ferroviario asesinó a 51 compatriotas todos los funcionarios han intentado colocarse en el lugar de las víctimas y poner las responsabilidades afuera. Desde el primer momento fueron instruidos por la presidenta para bajar esa línea. Ese recurso que en otras situaciones más complejas les dio algún resultado, en este caso, no funciona.

Cae en saco roto. Genera más bronca y más confusión incluso, entre aquellos dirigentes y periodistas que militan en el kirchnerismo. Este es el corazón del problema. Quieren hacer encajar su relato en una realidad que es muy clara, contundente y que no admite que nadie se saque de encima las responsabilidades. Por eso las declaraciones de Juan Pablo Schiavi, Julio de Vido, Nilda Garré y Juan Manuel Abal Medina solamente generaron rechazo, insisto, aún entre los que quieren a Cristina.
 
El error es estructural. Es básico. En este caso está muy claro que ni el gobierno ni Cristina son víctimas. No serán victimarios o culpables de la tragedia, tal vez. Pero sin lugar a dudas, tienen distintos grados de responsabilidad. Ayer en Rosario la presidenta prometió que va a tomar medidas cuando se sepa que pasó y quienes son los responsables. La verdad es que ya se sabe que pasó y quienes son los responsables. Falta saber quienes son los culpables y eso si es una tarea de la justicia. Pero no hace falta ninguna pericia para saber que el estado calamitoso, humillante de los trenes es producto de un pacto corrupto entre la empresa concesionaria, los jerarcas sindicales y los funcionarios del gobierno que tendrían que controlar y que miran para otro lado. El horror de la muerte multiplicada no comenzó ese miércoles fatídico.

Hubo un tuit terrible que lo definió diciendo que tuvieron tiempo para parar el tren. Tuvieron 8 años. ¿O Ricardo Jaime es un marciano que bajó del espacio? Hay una coincidencia casi absoluta de que se trató de un desastre anunciado. Fue denunciado permanentemente por los periodistas profesionales, los informes minuciosos y técnicos de la Auditoria General de la Nación y por los usuarios. Con escuchar a cualquier usuario o viajar dos veces en el Sarmiento alcanzaba para ver la profundidad del descalabro. Solo por milagro no ocurrieron antes siniestros de esta magnitud. O porque, todavía, Dios es argentino. La justicia dirá quienes son los culpables directos de lo que pasó en Once. Pero los responsables están muy claros, señora presidenta. Con todo respeto. No espere ni quince días ni una semana. Actúe con firmeza lo antes posible. Hoy mismo si se puede. Así como resolvió intervenir la empresa puede ir más a fondo y rescindir la concesión. Que no le tiemble el puso en despedir a Juan Pablo Schiavi y en, por lo menos, amonestar públicamente, al resto de funcionarios implicados.

No compre los errores de sus ministros o secretarios. Aunque sea usted la que dio las órdenes de minimizar el hecho y de colocarse en el lugar de las víctimas y colocar las culpas siempre afuera. Hay que hacerse cargo de los propios errores. No se pueden endosar a nadie. Por eso Juan Pablo Schiavi dijo lo que dijo. Que en otras partes del mundo ocurrían cosas similares, o que en un día feriado hubiera muerto menos gente o que los argentinos tenemos la mala costumbre de ir a los primeros vagones para no perder el presentismo y llegar temprano a los trabajos. ¡Madre mía! No entiendo como Schivavi todavía sigue en su puesto. Hoy parecía un holograma ante las cámaras. No hay pericia de la justicia que lo salve.

Todo lo que hizo fue en vivo y en directo, solito y sin preguntas molestas de molestos periodistas. Julio de Vido anunció que se iban a presentar como querellante. Lo que dijimos: la necesidad de ubicarse en el lugar de víctimas. Un despropósito legal y político que fue rechazado, insisto, hasta por periodistas y abogados kirchneristas. Lo de Nilda Garré fue patético. Querer responsabilizar al pibe Lucas generó la respuesta feroz e indignada de su familia: “es un recurso vil, bajo, bastardo y canalla”. Y eso que la familia de Lucas no tiene una actitud opositora desde lo político. Pero tienen dolor, sentido común y son las verdaderas víctimas. Finalmente, hasta el propio jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina patinó cuando se hizo entrevistar por sus empleados en canal 7.

Dijo que no tenían el dinero para refundar el sistema ferroviario porque estaban pagando las deudas del corralito que generó el gobierno de la Alianza que destruyó al país. Cristina ayer dijo algo parecido pero tiene mas autoridad porque ella fue muy crítica del gobierno de Fernando de la Rúa y Chacho Alvarez.
 
Pero Abal Medina integró ese gobierno y sus listas de diputados hasta un minuto antes que destruyeran al país como el dice. Un poquito mas de autocrítica, por favor. Hacerse cargo de los errores es el camino mas corto para solucionar los problemas. Reconocer que uno se equivocó es el primer paso. Si se ponen siempre las culpas afuera y se quieren apropiar del lugar de las víctimas, seguirán cometiendo papelones y pagarán más costos políticos todavía. Al duelo nacional no hay que negarlo. Las muertes no se reparan. Pero se pueden evitar otras muertes y hacer justicia con castigo y condena a los culpables. Es lo que piden las verdaderas víctimas.