El 70% de los argentinos le quisieron dar un susto a Cristina. Con su voto, quisieron enviarle un mensaje de advertencia. Un tirón de orejas, si usted quiere. Pero después de las conclusiones que sacó la presidenta es ella la que nos dio un susto a nosotros. Porque si el resultado electoral fue preocupante para el gobierno, el balance negador y altanero que hizo la presidenta es preocupante para todos y todas. Porque una cosa es disimular un mal momento, maximizar nuestros aciertos y minimizar nuestros errores, eso lo hacemos todos, pero otra cosa es negar lo evidente. Eso es grave. Eso es bovarismo: creerse sus propias mentiras.
 
La presidenta no reconoció un solo error. No tuvo aunque sea la actitud políticamente correcta de decir que va a estudiar los motivos por los que 6 millones de argentinos que la votaron hace dos años ahora eligieron otras opciones. Si cree que la culpa es de Magnetto, Clarín y TN demuestra un nivel de subestimación hacia el votante que ofende la inteligencia. Si en el 2011 logró un espectacular 54% con 12 millones de votos, que pasó ahora. ¿La mitad de sus votantes se pusieron a leer Clarín y a ver a Lanata recién hace dos años? ¿O en el 2011 todos veían canal 7 y Fútbol para Todos? Es un concepto paternalista que ya era antiguo en los 70.

Creer que el ciudadano es un tonto con la cabeza vacía que llenan los medios es no comprender que la gente vota por su propia experiencia. Que vota según como le va en su trabajo, en su vida cotidiana, o si siente a su familia segura o si cree que la honestidad es un valor digno de ser defendido. Algunos además, los más politizados, votan con la camiseta ideológica. Pero nuestros compatriotas no son una botella vacía que llena cualquiera.

Y si de última, Cristina cree eso, quiere decir que cuando ganó las elecciones como ocurrió muchas veces en esta década, fueron ellos los que le llenaron la cabeza a la gente. Salvo que crea que ella es la dueña de la verdad y la única representante del pueblo y los demás sean la expresión de la mentira, el engaño y la manipulación oligárquica y destituyente. Y la verdad, es que de tanto repetir ese relato, parece que Cristina terminó por creerlo. Y eso es lo grave. Es peligroso que la presidenta con más poder desde 1983 haga diagnósticos absolutamente equivocados y pueda caer en el ridículo como en estas últimas horas.

Ya lo dijo Perón: “De todos lados se puede volver, menos del ridículo”. Decir que los medios no publicaron el resultado de la Antártida porque ganó el kirchnerismo es desconocer los mecanismos básicos del periodismo. Primero,: los datos si se publicaron. Siempre se lo hace como un dato curioso, de color, que no define ni explica nada. Pero supongamos que los medios monopólicos no publicaron el resultado de la Antártida. ¿Por qué no lo publicó Página 12, Tiempo Argentino, o TELAM? ¿O ellos también están en la conspiración y el fragote? Todo es ridículo. Igual que el sainete que armó con los pueblos originarios de los Qom. El cacique Felix Perez al que se niega a recibir pese a que lo recibió hasta el Papa ya explicó que en esas mesas votaron la mayoría de criollos. Gildo Insfran que es el ícono del señor feudal atornillado a su sillón le dijo a Cristina que hasta los Qom votaron por ella. Y Cristina lo creyó porque solo cree lo que quiere creer. No escucha ni quiere escuchar malas noticias.

El tsunami electoral que padeció este domingo ya se lo habían anticipado los cacerolazos, varios dirigentes de la oposición y muchos periodistas independientes. Pero la presidenta esta cada vez más aislada, mas cerrada sobre su círculo íntimo y obsecuente y por eso se choca contra una pared como le ocurrió electoralmente el domingo. Hasta sus ministros hablan en voz baja de la desilusión de mucha gente. De los trabajadores que sienten una injusticia cuando pagan impuestos a las ganancias, de las inmobiliarias que ven como el cepo paralizó la actividad, de los más humildes que padecen la inflación en sus bolsillos y la inseguridad en sus corazones.

¿No pensó la presidenta que hay mucha gente enojada con los casos de mega corrupción a cielo abierto como los de Jaime, Lázaro Báez y Boudou? ¿No cree que el patoterismo de estado de Guillermo Moreno ya colmó todas las paciencias? ¿No hay posibilidad de que la reina Cristina se equivoque? ¿Es perfecta la presidenta? ¿Siempre la culpa es de los demás? ¿En serio cree que perdió en todas las provincias más grandes por culpa de los medios? ¿Y en Santas Cruz que pasó? ¿Le parece bien decir que un dictador como Lanusse es mejor que los dueños de los medios, solo porque dio la cara?

Eran militares que habían usurpado la democracia y la libertad, señora presidenta. ¿No se acuerda? Nunca un general presidente puede ser mejor que civiles desarmados que respetan la Constitución. Si Cristina fuera una dirigente más, todo esto no pasaría de ser una comedia de enredos patética. Pero es la presidenta de los 40 millones de argentinos que tiene que gobernar dos años más con sabiduría y ecuanimidad. Pero Cristina busca culpables y no soluciones. Y los culpables los puede llegar a encontrar en el espejo. Y eso es lo que asusta.