En su 68º aniversario, Corea del Norte sacudió el planeta. La explosión del 9 de septiembre de 2016, lejos de consistir en fuegos artificiales, desencadenó un seísmo de 5.3 grados. Fue subterránea. De haber sido terrestre, según el Ministerio de Defensa de Corea del Sur, una bola de fuego nuclear de 200 metros de radio habría devastado edificios a 470 metros del centro, provocando la muerte inmediata de todo ser vivo. La radiación se habría expandido a 1,25 kilómetros. A 1,4 kilómetros, todos habrían sufrido quemaduras. Ciudades como Buenos Aires, México o Madrid habrían sido desgajadas, según un simulador del gobierno surcoreano.